
Del Centro Palestino de Derechos Humanos (PCHR).
Hoy, 8 de marzo, es el Día Internacional de la Mujer, una ocasión para llamar la atención con relación a las mujeres palestinas, no para celebrar, sino para ser testigos de su sufrimiento. Durante casi un año y medio, las mujeres han soportado una guerra genocida que ha infligido una destrucción masiva y ha dejado profundas e imborrables cicatrices. Las mujeres de Gaza soportan las consecuencias del crimen de genocidio, como la pérdida de sus seres queridos, heridas graves, falta de cobijo, destrucción de los medios de subsistencia, colapso del sistema sanitario, política de inanición y ausencia de lo estrictamente necesario para una vida digna. El alto el fuego se declaró hace aproximadamente un mes y medio, pero la guerra genocida continúa su lenta matanza, y sus efectos siguen asolando los cuerpos y las almas de las mujeres, escribiendo capítulos de dolor y sufrimiento nunca vistos en la historia moderna.
La maquinaria bélica de Israel atacó sistemática y brutalmente a las mujeres y las mató como a la vida misma, ya que más de 12.316 mujeres fueron asesinadas; algunas murieron calcinadas, mientras que los cuerpos de otras se hicieron pedazos, en un intento de borrar por completo su identidad. Entre los escombros, hubo escenas horribles de mujeres abatidas a sangre fría por francotiradores israelíes y otras asesinadas mientras abrazaban a sus hijos en un último intento de salvarlos de una muerte segura.
Algunas mujeres sobrevivieron a la muerte, pero no se libraron de sufrir heridas profundas y graves que han cambiado sus vidas. Cientos de ellas perdieron sus extremidades y sus cuerpos quedaron desfigurados por las quemaduras y las heridas, dejando cicatrices que nunca sanarán. Cada una de ellas arrastra un dolor interminable tras perder una parte de su cuerpo, su identidad y la vida digna que tenía antes de la guerra. Todo esto ocurrió en medio de la destrucción sistemática del sistema sanitario debido a la campaña genocida israelí y a un asedio asfixiante que les priva de recibir el tratamiento necesario.
«Un misil israelí mató a mi madre, a mi hermana y a mi sobrina, y me amputó las piernas. La fuerza de la explosión me lanzó a diez metros de distancia. Cuando desperté, no reconocía mi cuerpo. No podía gritar ni llorar, pues el dolor hablaba más alto que las palabras. Ya no puedo andar, moverme ni vivir mi vida como antes. Mi futuro es incierto, sin casa, sin educación y sin tratamiento. Los días se me hacen insoportablemente largos, agobiada por pensamientos interminables sobre cómo me privaron las FOI (N. de la T.: fuerzas de ocupación de Israel) de llevar una vida humana normal. ¿Cómo me convirtieron, en un instante, en una persona discapacitada, sin madre ni hermana? Es una sensación indescriptible. Todavía estoy esperando que me permitan viajar para recibir tratamiento y una prótesis que me dé la oportunidad de recuperar parte de lo que perdí.1»
dijo Nour al-Dalou (18) al personal del PCHR.
Durante el genocidio israelí, las mujeres de Gaza soportaron las cargas más pesadas. Llevaban sobre sus hombros el dolor de la pérdida, pues perdieron a sus hijos, padres, madres, hermanos y seres queridos. Algunas ni siquiera pudieron encontrar tumbas que visitar, y se les negó la oportunidad de un último adiós. No tenían ni siquiera espacio para llorar sus pérdidas, pues cada día traía consigo una nueva tragedia, y cada noche era más violenta que la anterior.
«Mi corazón está abrumado por el dolor, y la tristeza hace estragos sin piedad en mi alma. Por primera vez, comprendo de verdad el significado del quebranto, y cómo se aplasta el corazón cuando perdemos a nuestros seres queridos. Nunca imaginé que la pérdida pudiera llegar a este extremo. Perdí a mi hermano ‘Abdullah, y una semana después, perdí a mi querida colega, la abogada Nur Abu Nur, como si el destino no se contentara con una sola tragedia. Fue otra conmoción. Trabajamos juntas en la oficina del PCHR durante más de cinco años, ¡qué ambiciosa era! Soñaba con terminar su doctorado, pero la muerte se la llevó antes de que pudiera alcanzar ese sueño. Las heridas aún no han cicatrizado y, apenas unos meses después, perdí a mi segundo hermano. Ya no puedo comprender estas pérdidas sucesivas, cada una de las cuales erosiona lentamente mi capacidad de soportar y seguir adelante.»
dijo nuestra colega de PCHR, la abogada Samah ‘Ashour.
Israel ha aplicado medidas que impiden el parto en Gaza, donde las mujeres quedan desprotegidas bajo los bombardeos indiscriminados, privadas de la más mínima atención médica y luchando por acceder a unos servicios médicos casi inexistentes. También sufren la política de inanición impuesta por Israel, que debilita sus cuerpos, y soportan unas condiciones de vida que convierten cada momento en un peligro inminente. Como consecuencia, muchas perdieron sus fetos o sufrieron partos prematuros en condiciones que ponían en peligro su vida, mientras que otras se enfrentaron a graves complicaciones que amenazaban sus embarazos y sus vidas, intensificando su dolor.
«Estaba embarazada de nueve meses cuando las fuerzas israelíes asaltaron nuestra casa en Khan Yunis y enviaron un perro equipado con una cámara para registrarla. El perro me mordió, causándome heridas críticas en el muslo y hemorragias graves. El perro no solo me mordió, sino que me arrastró por el suelo más de 15 metros mientras yo intentaba apartarlo y rogaba a los soldados que se detuvieran, pero ellos se reían, como si estuvieran viendo una escena divertida. Ya tenía un dolor inmenso por el embarazo, y la hemorragia no hizo más que empeorarlo. En el hospital me diagnosticaron preeclampsia, que requería una cesárea urgente. Por desgracia, perdí el feto a causa de la preeclampsia y la hemorragia excesiva. Esperaba con impaciencia el nacimiento de mi hijo y tenerlo en mis brazos, pero la FOI me robaron sin piedad esa alegría. A día de hoy, sigo sufriendo un dolor psicológico indescriptible.2»
Tahreer al-‘Aryian (34) le dijo al personal de PCHR
Algunas mujeres se vieron atrapadas en una batalla diaria sin tregua tras perder al único sostén de la familia, cargando de repente con responsabilidades que pesaban demasiado sobre ellas en la asediada y devastada Franja de Gaza, donde no hay alimentos, cobijo ni fuente de ingresos. Las FOI también impusieron una dura política de inanición que llevó a mujeres, niñasy niños al borde de la muerte, con mujeres incapaces de alimentar a sus famélicos hijos e hijas. Entre los gemidos y gritos de hambre de sus hijos e hijas, esas mujeres no dudaron en darles prioridad sobre ellas mismas. Esto ha provocado que el agotamiento y la desnutrición hagan estragos en sus frágiles cuerpos hasta el día de hoy.
«Después de que mataran a mi marido, la responsabilidad pesó mucho sobre mí. Él era la columna vertebral y el sostén de nuestra familia. No tengo ninguna fuente de ingresos para mantenernos, ni comida suficiente para mis hijos e hijas debido al asedio israelí. Con cada comida, doy prioridad a mis hijos sobre mí misma, pero el agotamiento me abruma, junto con la sensación de impotencia para garantizar sus derechos más básicos.3»
Zainab Abu al-‘Atah (49), viuda y madre de 6 hijos e hijas, dijo al personal de PCHR
A pesar del alto el fuego, el sufrimiento de las mujeres de Gaza no se detuvo; continuó sin cesar. Miles de mujeres siguen desplazadas, sin refugio, durmiendo en el suelo al aire libre en condiciones inhumanas e inseguras. Están privadas de calor, alimentos sanos, agua limpia y lo más esencial para la dignidad humana, en medio de la destrucción de todas las infraestructuras y servicios esenciales como el agua, la electricidad y el combustible. Las mujeres heridas y amputadas no pueden recuperar su vida anterior, ya que viven en un entorno que carece de atención médica adecuada y de programas de rehabilitación. Otras mujeres soportan el amargo dolor de perder a sus hijos y seres queridos, dejando profundas cicatrices en sus cuerpos y almas que las acompañarán durante décadas. Estas mujeres se enfrentan a una dura realidad que las despoja de cualquier posibilidad de recuperación en una época en la que tienen que cargar con la responsabilidad de mantener a sus familias, realizar las tareas domésticas y cuidar de sus seres queridos.
«La guerra ha destruido nuestras vidas y nos ha privado de todo. Hemos perdido a nuestros seres queridos, nuestros hogares y nuestra estabilidad. Además, nuestras necesidades más básicas están ahora fuera de nuestro alcance, incluso después del alto el fuego. No siento ninguna diferencia, aparte del cese temporal de los bombardeos. Estoy completamente agotada y nerviosa todo el tiempo. No soporto más estrés. No tenemos ninguna fuente de ingresos y mi ropa no me protege de este frío cortante. Ahora vivimos en una tienda de campaña dentro de una escuela, rodeados de aguas residuales, en condiciones insoportables. Sufrimos una aguda escasez de agua potable y alimentos, y solo recibimos un poco de las cocinas de campaña, que apenas alcanza para un día. Siento que estamos atrapados en un ciclo interminable de sufrimiento»,
dijo Amira al-‘Abed (29), casada, al personal de PCHR.
En los últimos días, las negociaciones para la segunda fase del alto el fuego no han progresado, y el asedio a la Franja de Gaza se ha estrechado una vez más, con la entrada de ayuda humanitaria bloqueada. Al mismo tiempo, el gobierno israelí se prepara para aplicar lo que denomina «Plan Infierno», que incluye reubicar de nuevo a los residentes del norte de Gaza en el sur, cortar la electricidad y reanudar plenamente su guerra genocida. En medio de esta situación, crece el temor de las mujeres a que vuelvan las masacres y los bombardeos indiscriminados, con el espectro de la muerte y la pérdida cerniéndose una vez más sobre Gaza. Además, crece la preocupación por el regreso de la hambruna, después de que el hambre ya haya debilitado sus cuerpos y amenazado la vida de sus hijos, ya que las FOI vuelven a utilizar deliberadamente el hambre como arma de guerra. Las mujeres de la Franja de Gaza ya no pueden soportar la falta de alimentos, agua potable, refugio y seguridad, junto con el sufrimiento psicológico que las rodea por todas partes. Este genocidio aún no ha terminado. Sigue borrando generaciones futuras, dejando cicatrices que nunca sanarán en la vida de los sobrevivientes, que ahora se enfrentan a una realidad más dura que la propia muerte, sin reconstrucción, sin refugio, sin estabilidad y sin esperanza de un futuro digno cercano.
En el Día Internacional de la Mujer, el Centro Palestino de Derechos Humanos hace un llamamiento:
• A la comunidad internacional para que aumente los esfuerzos para garantizar un alto el fuego duradero en la Franja de Gaza de forma que se proporcione una protección efectiva a las mujeres y a toda la población de Gaza y se alivie el devastador impacto del genocidio cometido contra ellas.
• Por la entrada ininterrumpida de ayuda humanitaria, ya que la paralización continuada del suministro de ayuda empeora la catastrófica situación humanitaria e intensifica el sufrimiento de las mujeres. Se les priva de las necesidades básicas de la vida, incluido el refugio temporal (casas rodantes) que les proporciona un nivel mínimo de seguridad y comodidad, así como de las necesidades esenciales como alimentos, agua, combustible y suministros médicos, para garantizar que sus necesidades vitales están cubiertas en las circunstancias actuales.
• Por la apertura inmediata e incondicional de los pasos fronterizos de Gaza para salvar la vida de las mujeres heridas y garantizar que reciben tratamiento urgente y adecuado fuera de la Franja de Gaza. El cierre continuado de los pasos fronterizos es un crimen deliberado que agrava el sufrimiento de las mujeres heridas, dejándolas abocadas a una muerte lenta.
• Por intensificar los esfuerzos nacionales e internacionales para acelerar sin demora la reconstrucción de la Franja de Gaza, con el fin de hacer frente a los devastadores efectos del genocidio dirigido contra su población. Debe prestarse especial atención a las mujeres que se han llevado la peor parte de esta guerra, proporcionándoles apoyo psicológico y social y mejorando los programas de capacitación económica, para garantizar el restablecimiento de una vida normal y la consecución de la justicia para las víctimas.
• Por garantizar la representación y la participación política activa de las mujeres y otorgarles un papel protagonista en el establecimiento de las prioridades de recuperación y desarrollo.
• Por adoptar programas integrales de apoyo psicológico y social para abordar el impacto del trauma psicológico sufrido por las mujeres como consecuencia de las violaciones israelíes durante la guerra genocida.
• A la comunidad internacional para que cumpla las disposiciones del derecho penal internacional y los principios de la justicia global y adopte medidas decisivas para que Israel, sus dirigentes y los responsables de cometer graves crímenes internacionales contra el pueblo palestino rindan cuentas ante los tribunales internacionales.
Notas:
- Testimonio obtenido por el personal de PCHR el 23 de febrero de 2025 en el Artificial Limbs & Polio Center de la ciudad de Gaza. ︎
- Testimonio obtenido por el personal de PCHR el 18 de noviembre de 2024 en Khan Yunis. ︎
- Un testimonio obtenido por el personal de PCHR el 08 de diciembre de 2024 en la ciudad de Gaza. ︎
Fuente: PCHR Gaza.
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