
Matthias Kennes es enfermero titulado y referente médico de la respuesta COVID-19 de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Hebrón, Cisjordania. Escrito el 22 de febrero de 2021.
Como trabajador sanitario, estoy sorprendido. El éxito de la vacunación para el COVID-19 de Israel, aclamado internacionalmente, tiene un lado oscuro, cuyas consecuencias se sienten cruelmente en Cisjordania donde trabajo, y en la Franja de Gaza bloqueada donde trabajan mis colegas de Médicos Sin Fronteras (MSF).
Israel ha logrado vacunar a casi 4,2 millones de personas con una primera dosis – eso es alrededor del 50 por ciento de la población – y 2,8 millones de personas con las 2 dosis completas – eso es más del 30 por ciento de la población.
Mientras tanto, solo varias miles de dosis están disponibles en Cisjordania, y según se informa, una entrega de 20.000 dosis llegó el fin de semana pasado a Gaza pero apenas raspa la superficie de las necesidades. Con un máximo generoso, asumiendo que las 35.000 vacunas Sputnik y Moderna reportadas estén disponibles, eso sería alrededor del 0,8 por ciento de la población palestina.
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