(Apuntes para entender la relación entre el fascismo y el sionismo).

Por Ángeles Diez.
“El fascismo no es un partido político,
sino una determinada concepción de vida
y una actitud respecto del hombre, del amor y del trabajo”(Wilhelm Reich)
Causa estupor y desconcierto que un estado colonialista de ideología racista como el israelí haya conseguido imponer su relato de víctima del terrorismo en amplias masas de la población a nivel mundial, especialmente en Europa.
Causa más zozobra aún observar cómo las clases medias, bienpensantes humanistas de todos los colores y sabores, socialdemócratas y progresistas, académicos y periodistas, dicen solidarizarse con la causa palestina pero al mismo tiempo rechazan el boicot al Estado sionista israelí; se cuidan mucho de no ser acusados de antisemitas y, en no pocas ocasiones, asumen que “algunos” palestinos son violentos y que deberían reconocer como legítimo al Estado ocupante.
Estas paradojas, sin embargo, son sólo aparentes si analizamos los factores socio-psíquicos que, a lo largo de la historia, han hecho que ideologías racistas y supremacistas hayan ido de la mano compartiendo objetivos e intereses; y además hayan conseguido el apoyo de amplias bases sociales, en un primer momento entre las clases medias y posteriormente entre las clases populares.
La sintonía entre el fascismo y el sionismo proviene de que comparten tanto el ser ideologías afines en relación con el racismo como de su visión pragmática e instrumental por encima de cualquier valor o principio ético. También es importante considerar cómo ambas se han servido de prácticas como la propaganda sistemática y continuada, o la manipulación emocional, o las alianzas económicas y de poder para ocultar sus objetivos e intereses.
Lee el resto de esta entrada