Volvamos a lo esencial: El pueblo palestino vive bajo ocupación y asedio en la Franja de Gaza y en Cisjordania, como ciudadanos de segunda clase en el Israel actual y como refugiados, como consecuencia de la colonización sionista de la Palestina histórica que empezó hace más de un siglo y continúa hoy en día.
Los esfuerzos por “resolver” la situación creando estados separados, étnicamente homogéneos para la sociedad colonizadora, por un lado, y para las víctimas de la colonización, por otro –siguiendo las líneas del sistema sudafricano de bantustanes-, han fracasado.
La vía que queda para una paz justa sería un acuerdo histórico que desmantelará esta realidad colonial; transformando a los judíos israelíes de una sociedad militar de asentamientos coloniales, y a los palestinos de un pueblo sometido, en ciudadanos de un estado común comprometido con la protección de los derechos de todos. Va a necesitarse de un trabajo concienzudo que cambie las enormes desigualdades que son consecuencia de la intencionada desposesión de los palestinos.
Al igual que en Sudáfrica y en Irlanda del Norte, donde se han alcanzado acuerdos históricos con líneas parecidas, tal acuerdo requeriría de un liderazgo palestino legítimo de amplia base y de un liderazgo israelí que reconozca que la forma de apartheid étnico-religioso de Israel debe acabar.
Sin embargo, durante muchos años, Israel y Estados Unidos han hecho cuanto han podido para desbaratar el surgimiento o reconocimiento de líderes palestinos representativos: la Autoridad Palestina funciona como un esbirro nativo en representación de la ocupación de Israel. Hamas, aunque actualmente está observando el alto el fuego negociado con Israel en noviembre de 2012, sigue comprometido con ejercer el derecho de los palestinos a la resistencia y autodefensa.
Esta contradicción no puede resolverse a través del acuerdo que acaba de firmarse en Gaza. Ni Israel ni los EEUU van a permitir que la Autoridad Palestina, debilitada y dependiente de la ayuda, lo ponga en marcha.
Un paso importante para una paz justa sería que EEUU dejara de interferir en la política palestina y en cambio utilizara su influencia para presionar a Israel a que abandone su compromiso con la segregación étnico-religiosa.
Aunque no es probable que suceda pronto, los palestinos continuarán buscando otras vías para defender sus derechos internacionalmente reconocidos, que incluyen su estrategia pacífica mediante el movimiento por el boicot, la desinversión y las sanciones.
[Este artículo de opinión se publicó por vez primera en The New York Times.]
Fuente: http://www.jadaliyya.com/pages/index/17455/jadaliya-co-editor-noura-erakat-and-ali-abunimah-w
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