Hay una carta difamatoria a mi persona que está circulando por las redes sociales, que resulta de un rejunte de comentarios en una nota del diario tucumano “La Gaceta online” firmados por una tal Priscila Ko.
La carta me difama a mí personalmente porque alega que las denuncias que publico como comentarios a las noticias en dicho diario o en otros medios acerca de los crímenes cometidos por el Estado de Israel serían:
1) Mentiras
2) Originadas en un odio hacia Israel
3) Originadas en un resentimientopersonal hacia Israel
4) Un indicativo de que reniego de mis raíces judías.
Respondo a cada una de las acusaciones, todas infundadas:
1) Mentiras: para demostrar que una denuncia es mentira, es necesario citar las denuncias adecuadamente y demostrar que los argumentos no son verdad. Esto no es hecho en ningún pasaje de la carta. Como mostraré resumidamente al final de ésta, la que en realidad miente es Priscila Ko.
2) Odio hacia Israel: El difundir los crímenes de un Estado que ha violado más de 80 Resoluciones de la ONU, que practica la limpieza étnica en Palestina desde hace más de 66 años, que practica el genocidio contra un pueblo al que mantiene cautivo detrás de muros, que es responsable por la muerte de cientos de miles de personas inocentes, que produce y exporta armas con las que promueve la guerra y que asiste con equipamiento y logística a varios regímenes dictatoriale sno es un acto de odio. Odio hacia un país sería desearle el mal a ese país.Sería callar las denuncias para que el país criminal continuase igual. Muy por el contrario, al Estado de Israel yo no le deseo el mal; le deseo el bien. Le deseo que deje de cometer crímenes. Le deseo Justicia, paz y amor. Si para Priscila Ko “Justicia” es equivalente a “odio”, entonces ella tendría que revisar su definición de odio y de Justicia. Las denuncias de los crímene ssiempre buscan que se haga justicia, buscan ayudar a sacar al país en cuestión del pantano criminal donde está. Por suerte no estoy solo en este trabajo.
3) Resentimiento personal hacia Israel: No tengo resentimiento contra Israel. Lo que sí, como un buen ciudadano que metió el pie en el pozo alertará a otros ciudadanos sobre la existencia del pozo, es que deseo advertir a las personas acerca del peligro del sionismo. Como es sabido, fui un fervoroso sionista durante mi adolescencia. Por influencias del entorno sionista donde crecí, fui inducido a creer que el sionismo se trataba de la autodeterminación del Pueblo Judío, de una especie de “liberación nacional”. Por eso terminé emigrando a Israel cuando tenía tan solo 17 años de edad. A Israel le di muchos años de mi juventud, más de 10. En esos años, podría haber estado luchando junto a la juventud argentina para reconstruir un país que tenía que pararse ante una dictadura militar atroz (la cual, irónicamente, recibió apoyo militar israelí) para después, ya reconquistada la Democracia, resurgir valientemente de un genocidio. Pero el sionismo me había convencido que había nacido en Argentina meramente por error y que como judío mi lugar era el Estado de Israel. Tardé muchos años en entender que el sionismo es en realidad una doctrina inventada en Europa durante el siglo 19 por un pequeño grupo de europeos que en realidad renegaban de la religión judía. Cansados de ser perseguidos por judeófobos que los acusaban de no ser leales al país donde habían nacido, habían decidido bajar los brazos y renunciar a su nacionalidad local. Habían decidido adherir a las premisas judeófobas. Herzl escribió entonces su famoso libro “El Estado Judío”, donde exponía sus novedosas ideas. En los primeros congresos sionistas mundiales en Europa se propuso Uganda, luego el sur argentino, otros lugares, y por fin se decidió Palestina. Había entonces que ocupar las tierras palestinas para establecer allí un “Estado Judío”, es decir, un país con supremacía judía. Pero para poder hacerlo era necesario deshacerse de la población autóctona, la población palestina, al menos de una buena parte de Palestina. El sionismo no era tan inocente como me lo habían pintado, y en realidad no era que los árabes querían echarnos al mar, sino todo lo contrario: habían sido los sionistas los que habían echado al mar a 80% de la población palestina para obtener la contigüidad territorial que necesitaban para fundar el estado con hegemonía judía. La toma paulatina de conciencia de estos hechos criminales me llevó a renunciar paulatinamente al sionismo. Cuando salimos de Israel con mi familia, viajamos por el mundo, donde comencé a apreciar la artillería de mentiras que el departamento de propaganda israelí difunde por todo el mundo para blanquear sus crímenes. La indignación ante tanta mentira me llevó a comprometerme con las denuncias que hago y que seguiré haciendo, aunque a Priscila Ko y otros sionistas no les guste.
4) No reniego de mis raíces judías: Mis ancestros judíos más lejanos tenían una relación mística, religiosa y espiritual con Eretz Israel, la tierra de los hebreos antiguos. Visitaban Jerusalén y el Muro cuando lo deseaban; hay registros anteriores a la era sionista que muestran a los religiosos judíos rezando frente al muro. Mi abuelo materno nació allí; él decidió inmigrar a la Argentina, pero gran parte de su familia se quedó allí. Ellos formaban parte de la minoría árabe judía de Palestina de fines del siglo 19 y principios del 20. Eran árabes palestinosjudíos pero con el establecimiento del sionismo europeo y posteriormente la declaración del Estado de Israel, se volvieron “israelíes”. Yo admiro y respeto profundamente mis raíces judías. Pero no asocio mi identidad a una “nacionalidad” judía. Para mí la nacionalidad pasa por la Patria, es decir, el lugar que me vio nacer y crecer: mi nacionalidad es Argentina. Me rehúso a aceptar que mi país es el Estado de Israel. Al igual que mis ancestros lejanos, mantengo la relación mística, espiritual y religiosa con Jerusalén, pero repudio al sistema político-militar que se estableció allí a través de la colonización sionista por ser éste intrínsecamente criminal. No creo que mis raíces judías signifiquen que tenga que ir a matar palestinos o a pelear con ellos por la tierra o a impedir a fuerza de metralla que los refugiados palestinos puedan volver a sus tierras.
Quizás una cita de Juan Gelman, gran poeta argentino judío, pueda ilustrar en algo esta visión: “¿Qué tienen que ver con el judaísmo esas políticas de Israel? Los judíos siempre fuimos perseguidos, nunca perseguidores; discriminados, nunca discriminadores; marginalizados, nunca marginadores; sitiados, nunca sitiadores. Nada tiene que ver a estas alturas el Estado de Israel con la tradición judía, la más democrática del mundo, creada desde abajo en la diáspora y conservada a lo largo de los siglos.”
Para finalizar, quisiera puntualizar algunas de las incoherencias y mentiras que Priscila Ko utiliza en su difamatoria carta para “explicar” el conflicto entre el Estado de Israel y el Pueblo Palestino. Según ella, en realidad:
1) Israel no tiene ningún problema con los palestinos, porque estos viven bien en Israel. El conflicto en realidad es por culpa de la organización islamista Hamas, a quien ella llama “grupo terrorista” y a quienes describe como monstruos fanáticos que esperan ansiosos a que los maten.
2) Una “vida judía” valdría mucho más que “una vida palestina” tanto para Hamas como para Israel ya que al soldado Gilad Shalit lo intercambiaron por cientos de prisioneros palestinos.
Analicemos ambos puntos:
1) ¿Qué Israel no tiene problema con los palestinos? ¡Vaya! Entonces no se entiende por qué tantos historiadores y periodistas hablan desde tiempos inmemoriales sobre el “conflicto israelo-palestino”. Palestina es el nombre de la región que hoy ocupa Israel, incluyendo Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental. Se calcula que hay 7 millones de refugiados palestinos dispersos por el mundo. En Cisjordania hay varios más millones de palestinos que protestan permanentemente bajo terrorismo de estado israelí contra la ocupación, los humillantes check-points y el Muro de la separación que les ha confiscado enormes porciones de tierra. Los palestinos de Gaza están encerrados bajo un bloqueo criminal en una hacinada región de tierra que se asemeja a un campo de concentración a cielo abierto (ahora con los bombardeos podría ser considerado como un campo de exterminio). Los palestinos de la Galilea sufren discriminación; por ejemplo han sido duramente reprimidos por haber protestado contra la masacre en Gaza. Toda esta situación comenzó con masacres perpetradas por las milicias sionistas ya en 1948 y la expulsión de casi 80% de la población palestina de la época. El conflicto tiene ya más de 66 años de historia. ¿¿Y quiere Priscila Ko hacernos creer que el mismo es por culpa de la organización Hamas, que fue fundada en Gaza recién en el año 1987?? Va quedando claro quién es la que miente.
2) Priscila Ko utiliza gran parte de su carta para intentar deshumanizar a los miembros del grupo Hamas y a los palestinos en general. En uno de sus argumentos, insiste que una “vida judía” vale mucho más que la de un palestino de Hamas. Esto es muy cierto desde la óptica del Estado de Israel, que mata palestinos de a cientos o miles y también tiene recluidos a miles de presos políticos palestinos, muchos sin derecho aabogado (detención administrativa indefinida). Constituye esta la visión racista típica de toda sociedad colonial en su desprecio de la vida del pueblo originario. En este caso la “vida judía” es sagrada, mientras que la vida del aborigen vale poco o nada. En su manipulación, Priscila Ko utiliza la declarada disposición de los combatientes de Hamas a morir por su causa como una supuesta prueba de que los palestinos de Hamas desprecian la vida.
Por todo lo expuesto, no quedan dudas de que la carta de Priscila Ko donde se larga a difamarme y a mentir sobre la naturaleza de la tragedia palestina tiene un objetivo evidente: desacreditar mis denuncias y encubrir el genocidio palestino.
Como literatura sugerida a aquellos que quisieran saber más sobre los orígenes de la Tragedia Palestina:
El libro «La Limpieza Étnica de Palestina», del Historiador Israelí ilán Pappe.
El artículo «El origen de Israel es como el del niño que nace de una violación”, Entrevista al historiador israelí Shlomo Sand: http://www.publico.es/internacional/536829/el-origen-de-israel-es-como-el-del-nino-que-nace-de-una-violacion
El artículo «Perspectivas Imperiales», del intelectual estadounidense-palestino Edward Said:
http://elpais.com/diario/2003/07/27/opinion/1059256807_850215.html
Ali Abunimah, «The Battle for Justice in Palestine» http://www.haymarketbooks.org/pb/The-Battle-for-Justice-in-Palestine
Foto: Mariela Flores Torres – Trelew
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