David Segarra: “Cada palestino es un libro que camina. Sus historias viven en ellos”

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Entrevista de María Álvaro Navarro.

En medio de la tragedia y el horror sigue habiendo vida. Una vida que en Palestina nunca se ha detenido, a pesar de todo, como el periodista David Segarra quiere transmitir en su libro Vivir, morir y nacer en Gaza. Cien fotografías en las que se refleja “el rostro humano de Palestina”. Imágenes acompañadas de las palabras de poetas, escritores y pensadores del mediterráneo como Ausiàs March, Al-Russafí, Ibn Arabí o Lorca, entre otros, con los que el autor pretende acercar Palestina de una manera más reflexiva.

Cien días y un centenar de fotografías. Imágenes de pescadores, campesinos, mezquitas e iglesias, familias y niños que nos acercan a la cotidianidad más extraordinaria de los gazatíes. “Un mosaico de la vida que se resiste a la muerte”, como lo define su autor. Un lugar en donde la capacidad de vivir, de resistir y de amar se abren paso en medio del horror. La otra Gaza. Caras, historias y vidas que no abren los informativos a diario. Hace tan solo unos días la campaña de micromecenazgo para poder financiar el libro llegó a su fin. Con el objetivo cumplido Vivir, morir y nacer en Gaza (Editorial Sembra Llibres), verá la luz antes de que termine el año:

Este proyecto que nació en 2009, se siguió construyendo en 2010 y que el periodista y documentalista David Segarra pudo finalizar una semana antes de que comenzara la operación militar israelí del pasado julio. Pasó tres meses en Gaza antes de que estallara la guerra, periodo en el cual pudo vivir de cerca el día a día de la sociedad gazatí, y reflejo de ello son sus fotografías. “No queremos sólo darles rostro. Queremos escuchar. Queremos aprender. Y queremos que lo que hemos aprendido les llegue. Sin diálogo, sin conversaciones, no seríamos mediterráneos. No seríamos gente”, señala Segarra.

¿Cómo empieza la historia de Vivir, morir y nacer en Gaza?
Puede ser que comenzara en 1987 cuando con once años vi por televisión como soldados israelíes rompían con rocas los brazos de niños de mi edad. O tal vez, en 2009 cuando fui a Palestina e Israel por primera vez. Allá pude ver con mis propios ojos la existencia de ghettos en pleno siglo veintiuno. Pero lo que me impresionó no fue la visión directa del mal. Lo que más me impactó, tanto en Gaza como en Cisjordania, fue la capacidad de la gente para proteger la belleza, la alegría y la paz interna. Después de décadas de ocupación, bloqueo y guerras los palestinos no habían sucumbido ante el horror. Al contrario, habían crecido como pueblo, y como personas. En 2010 me sumé a la Flotilla de la Libertad con el objetivo de llegar a Gaza. Pero, acabamos en las prisiones de Israel. En 2014 vuelvo a Gaza junto a los brigadistas de Unadikum. Mi objetivo es preparar un documental. No llevo ni cámara ni ordenador. Sólo un teléfono, libros y libretas. Pero Manu, uno de los activistas, me presta una Nikon. Y al cabo de tres meses estalla el enésimo ataque israelí. Cuando me doy cuenta, tengo miles de fotografías. Así que el libro nace por sí mismo. La semilla había sido sembrada y debía nacer.

Dices que pocas veces se tiene en cuenta cómo es la vida cotidiana de la población palestina. Tú que has podido vivir allí y conocerlo, ¿Cómo es el día a día de los ciudadanos palestinos?
Son un pueblo mediterráneo. No muy diferente de nosotros. Y al mismo tiempo sus circunstancias y su historia los hacen especiales. Los grandes medios los muestran sólo a través del conflicto creando una imagen distorsionada de la realidad. Para los medios pro-israelíes son terroristas y extremistas. Para los medios más sensibles son víctimas de guerras y bombardeos. Es decir, la imagen resultante es la de un lugar en ruinas humeantes lleno de muerte, caos y destrucción. Pero esa no es la única realidad. ¿Por qué nadie nos cuenta que los palestinos son uno de los pueblos más educados del mundo árabe? ¿Porqué nadie sabe que Gaza es una de las ciudades más antiguas del mundo? ¿Alguien sabe que San Jorge fue palestino y sigue siendo venerado? ¿Qué sabemos de los poetas, las fotógrafas, las periodistas, los escritores y de los creadores? ¿Qué piensan y qué sienten los enamorados, los padres, las madres, los abuelos, las campesinas o los pescadores? Cada palestino es un libro que camina. Sus historias viven en ellos y sólo hay que escucharlos para aprender. Pero hay que querer escuchar. Y los grandes medios de esta época parece que sólo saben gritar.

Como periodista, ¿Cómo fue tu vida en Gaza?
En tres meses no tuve un sólo problema. Pude moverme por toda la franja con total libertad. Me desplazaba con una motocicleta para poder llegar sin prisas a cualquier punto de Gaza. Junto a la gente de Unadikum y junto a amigos palestinos fui conociendo sin prisas la realidad del día a día de los palestinos de Gaza. Comiendo, hablando, tomando té y café. Yendo a misa o a los rezos islámicos. Yendo a la playa, a comprar a los mercados, visitando los pueblos. En definitiva, viendo y compartiendo la vida de la gente común iban apareciendo historias extraordinarias. Por ejemplo, la mujer a la que acababa de fotografiar había sobrevivido a la masacre de Sabra y Shatila y había perdido a su hija. Con la que se reencontró veinticuatro años después. Yo sólo la fotografié y fue luego que supe de la historia de su vida. Pero así es todo en Gaza. Cada rincón esconde una epopeya. Cada niño puede ser un sabio. Y cada anciano es un olivo milenario. Pero hay que detenerse para poder ver eso.
A simple vista tal vez sólo vemos niños jugando, abuelos ensimismados y jóvenes como los de cualquier ciudad del mundo. Para los periodistas palestinos es muchísimo más difícil. Recordemos que durante la operación militar israelí diecisiete miembros de la prensa fueron asesinados. Ser periodista palestino es jugarte la vida a cada momento. Y aun así hacen su trabajo y cuentan lo que pasa con sus propias palabras y con su propia mirada. La más necesaria y la más importante.

¿Qué has querido reflejar con este libro fotográfico?
Que en Gaza, y en toda Palestina, se encuentra un tesoro oculto que debemos conocer y proteger: es la capacidad que tenemos la humanidad de trascender el dolor y las dificultades y dotarlas de sentido. Es decir, el arte de crecer y fortalecerse gracias a las dificultades. Tal vez esa sea la esencia de ser humano. En cambio, en el mundo moderno hemos ido perdiendo cada vez más esa capacidad y volviéndonos más débiles y egoístas. Creo que Palestina es un espejo que refleja lo que todos fuimos alguna vez. Es un libro, por tanto, que no está hecho para ayudar a los palestinos, sino para intentar acompañarlos y aprender junto a ellos.

¿Qué tipo de fotografías podremos encontrar en este libro?
Son fotografías en blanco y negro. De esta manera, nos separamos un poco del tiempo, y del espacio. Es decir, las fotografías no quieren mostrar el año 2014 ni Gaza solamente. Son imágenes que podrían ser de cualquier época o lugar de Palestina. Incluso, podrían ser fotos de cualquier país del Mediterráneo a lo largo del conflictivo siglo veinte. Hay fotografías de los rostros de la gente. Hay imágenes de las playas, del mar, los pescadores, de los campos, de los campesinos, de las mezquitas e iglesias, de animales, de familias, de niños y viejos, de trabajadores, de periodistas. También del sufrimiento, la destrucción y las bombas. Es un mosaico de la vida que se resiste a la muerte.

¿Por qué decidiste complementar la fotografía con textos de autores del mundo mediterráneo?
Hay veinticinco textos que reflejan mis experiencias personales o que aportan el contexto histórico, social y político de las fotografías. Pero creo que son precisamente los clásicos de nuestro mundo, el mundo del Mediterráneo, quienes expresan mejor que yo la esencia de lo que somos. Por eso recurro a poetas y pensadores greco-latinos, de Al Andalus, palestinos, turcos, árabes, andaluces, valencianos y catalanes entre otros. Y recojo también la sabiduría que se esconde en los orígenes del judaísmo, el cristianismo y el islam. Pienso que este conjunto de fotografías, crónicas, historia, poesía y reflexiones humanas y espirituales pueden reflejar y acercarnos a Palestina de una manera diferente, más reflexiva. Espero que sirva para acercarnos y hacernos pensar sobre ellos y sobre nosotros.

¿En que ha podido cambiar tu visión del conflicto cuando lo has podido vivir en primera persona?
Había estado en Palestina en otra ocasión, pero lo que me sorprendió al entrar en Gaza es que gran parte de la destrucción de Plomo Fundido en 2009 había sido reparada. Cuando recorríamos la carretera Saladino iba viendo cada rincón de tierra cultivado, higueras, olivos, naranjos, los edificios reparados, la carretera en obras. Esperaba encontrar todo en mucho peor estado. En cuatro años los palestinos habían sido capaces de reconstruir casi todo. Bajo bloqueo. Y esto es una proeza extraordinaria. Lamentablemente, Israel ha vuelto a destruir todo en su último ataque. Y esta vez parece que con una saña y brutalidad sin precedentes. Todo lo que significa vida, belleza, historia o conocimiento ha sido demolido por la maquinaria de guerra. Mezquitas e iglesias milenarias, hospitales, escuelas, universidades, cultivos, viviendas, animales. Los niños han supuesto la cuarta parte de los asesinados. Quinientos niños y niñas muertos. El mal en estado puro. Los palestinos son maestros en la supervivencia. El símbolo de la ciudad de Gaza es el fénix, que renace de entre las llamas, de sus propias cenizas. Pero tal vez Israel está yendo demasiado lejos y los está llevando al límite.

¿Se olvidará el mundo y los medios de comunicación de este conflicto como lo ha hecho en otras ocasiones?
Yo estuve en la guerra, bajo las bombas, muy pocos días. Estuve justo los tres meses anteriores. Y una de las cosas que me llamó la atención fue que no había prácticamente ningún periodista internacional. La vida no interesa. Interesa la muerte. Los medios buscan la oscuridad y no la luz. No quieren que aprendamos y nos unamos. Los grandes medios ya se han olvidado de Palestina una vez más. Por eso, es la obligación de quienes nos sentimos hermanados de seguir mostrando su realidad. Mostrando su sufrimiento pero también su sabiduría. Esa es la idea del libro. Que cada persona que lo tenga en sus manos sienta la fuerza y el fuego que arde en Palestina. Además, una parte de los libros son para los palestinos. Es nuestra manera pequeña de decirles que estamos con ellos, que los queremos.

¿Cómo calificarías la visión de Palestina y de los palestinos y palestinas que se transmite a la sociedad española desde los medios de comunicación? ¿Qué no nos cuentan los medios?
Lo que no nos muestran los medios es la vida, la belleza y la sabiduría. Por que podríamos aprender, podríamos pensar y reflexionar. Si supiéramos lo maravillosos que son tal vez nos resultaría insoportable saber que los están destruyendo. La clave de los grandes medios de hoy en día es fundamentalmente separar. Los otros no son como nosotros. Sólo podemos lamentarnos. Y sentirnos afortunados de no pasar lo que ellos pasan. Una de sus características es la negación del contexto, las causas y las explicaciones. Para el espectador o el lector todo sucede de manera mágica e inexplicable. Se oculta todo: el colonialismo, el alejamiento de la naturaleza, las clases sociales, etc…
Paradójicamente, los periodistas son mucho más sensibles y humanos. En estos años he podido observar y conocer como decenas y decenas de trabajadores de la prensa realmente sienten y se emocionan ante el sufrimiento. En este sentido podemos ver claramente como los periodistas del Estado español son de los más cercanos a los palestinos de toda Europa. Y eso, déjame decírtelo, da gusto. Frente a los grandes empresarios todavía existe una rebeldía de los
periodistas que se niegan a borrar su humanidad. En ese sentido Palestina nos ayuda a todos, también a los periodistas, a ser más humanos.

¿Cuándo llegará el fin del conflicto?
Yo no sé del futuro, pero sí de la historia. Ningún conflicto es eterno. Por Palestina han pasado incontables conquistadores. Y todos se han ido. No hay un sólo imperio que haya perdurado en tierras palestinas. Los estados cruzados duraron décadas y siglos. Para desmoronarse y caer en el olvido. Desde los faraones hasta los británicos, todos se han marchado. Es una ley de la historia que todo régimen tiránico caerá, antes o después. Los palestinos han demostrado ser capaces de resistir durante milenios e irse transformando y evolucionando. Los israelíes deberán algún día aceptar integrarse en Palestina y en el mundo árabe como hicieron los blancos en Sudáfrica que aceptaron ser parte de África. ¿Cómo y cuándo?, no lo podemos saber. Pero es la única opción. Para así volver a una Palestina dónde judíos, musulmanes, samaritanos, drusos y cristianos vivan juntos.

Fuente: http://locodelpelorojo.com/2014/11/10/david-segarra-cada-palestino-es-un-libro-que-camina-sus-historias-viven-en-ellos/

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