Quisiera decirle gracias, Primer Ministro Benjamin Netanyahu. Gracias por decir la verdad. La semana pasada Ud. se reveló como el primer primer ministro israelí que dice la verdad. Hace por los menos 25 años que la mayoría de los estadistas israelíes mienten, engañan al mundo, a los israelíes y a sí mismos. Hasta que apareció Netanyahu – justo él entre todos los estadistas – y dijo la verdad. Si tan solo esta verdad hubiera sido contada por un primer ministro hace 25 años, incluso tal vez hace 50, cuando nació la ocupación. Aun así, es mejor tarde que nunca. El público lo recompensó por esta verdad, y Netanyahu fue elegido para un cuarto mandato.
Netanyahu dijo la semana pasada que si era reelegido, con él no habría Estado. Simple y claro. Esta verdad pura y simple también fue el caso para todos sus predecesores – todos los primeros ministros, amantes de la paz y buscadores de justicia del centro y la izquierda, que hicieron promesas falsas. Pero antes de él ¿quién pensó en admitirlo? ¿Quién tuvo el coraje de revelar la verdad? El más reciente de estos impostores fue el líder de la Unión Sionista Isaac Herzog: Su querido plan incluía cinco años de negociaciones. El público lo recompensó por eso.
Después de todo, hubo que engañar a los estadounidenses, embaucar a los europeos y engatusar a los palestinos, maquillar las cosas para el Cuarteto de Oriente Medio y mentirles a algunos israelíes. También hubo que ganar tiempo, construir asentamientos y deshacerse de cualquier posible socio palestino – Yasser Arafat, que era demasiado fuerte; el presidente Mahmoud Abbas, quien es demasiado débil, y Hamas, que es demasiado extremista. Había que ganar tiempo para que los palestinos se volvieran más extremistas y todos entendieran que no hay con quien conversar.
Ahora viene el hombre considerado un charlatán y solo él dice esta verdad histórica, trascendental: no habrá un Estado palestino. No durante su gobierno, que ahora parece eterno. Y no después de él, porque entonces será demasiado tarde. El fin de las negociaciones, el fin de los juegos. No más viajes diplomáticos, Cuartetos, emisarios, procesos, borradores, mediadores ni planes. Eso es; no va a suceder.
No era posible desde el comienzo. En Israel, no hubo ningún primer ministro – incluyendo los dos ganadores del Premio Nobel – que tuvieran, por un minuto, la intención de permitir el establecimiento de un Estado palestino. Pero el «bluff» del siglo era conveniente para todos. Ahora, Netanyahu le ha puesto fin.
Si Israel hubiera mostrado sus cartas desde el principio, como lo ha hecho, tal vez estaríamos en un punto diferente, uno mejor.
Si tan solo Israel hubiera dicho la verdad: que desea todo el territorio ocupado para él y no lo va a abandonar nunca; que cientos de miles de judíos viven allí y no tiene intención de evacuarlos; que no le importa la ley internacional ni lo que piense el resto del mundo; que los palestinos no tienen allí ningún derecho; que Abraham nuestro patriarca está enterrado allí; que Raquel nuestra matriarca llora allí; que la seguridad de Israel depende de ello y que el Holocausto es inminente. Las razones son muchas y variadas; y todos dicen lo mismo: ahora y para siempre, de Hebron a Jenin. Sí a la autonomía, a la autoadministración, a las ligas de las aldeas o a la Autoridad Palestina. Pero no a un Estado. Nunca.
Si un líder honesto como Netanyahu hubiera aparecido hace unos años, nosotros los israelíes lo habríamos sabido, los palestinos habrían sabido y también el mundo entero: No habrá. Entonces hubiera sido posible lidiar con otras soluciones en vez de desperdiciar tiempo conversando, tiempo en que el odio solo creció y sangre fue derramada en vano. Podríamos haber empezado hace mucho a pensar en alternativas a la solución de los dos Estados – y solo hay una: un Estado. Y podríamos haber comenzado a debatir qué régimen tendría– y solo hay dos: democrático o de apartheid. En vez de eso, nos engañaron.
Ahora, Benjamin Netanyahu ha venido y le puso un punto final a todo eso. Tenemos que agradecerle. La Historia recordará que él fue el primer primer ministro israelí a decir la verdad.
Traducción: LosOtrosJudíos.com
Foto: Tali Feld Gleiser.
Fuente: http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.648122?utm_source=dlvr.it&utm_medium=twitter
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