Por Alí Abunimah.
Hasta este verano, ni una sola de las casas destruidas totalmente por Israel en la guerra de agresión contra Gaza del año pasado había sido reconstruida. ¿Por qué?
El grupo de derechos humanos israelí Gisha, que supervisa el bloqueo israelí de Gaza, ha procurado ofrecer respuestas en un análisis reciente titulado “¿Dónde está el boom de la vivienda?”.
La guerra de agresión de 51 días del verano pasado destruyó o dejó inhabitables 19.000 casas. Más de 100.000 sufrieron daños de diversa consideración y más de 100.000 personas siguen sin una vivienda permanente en Gaza.
Una razón destacable para que recién acabe de comenzar la reconstrucción es que, entre el alto el fuego de agosto de 2014 y finales de julio de este año, Israel solo ha permitido que entre en Gaza el 6,5 por ciento de los materiales de construcción necesarios para reparar tanta destrucción.
Pero la historia es más compleja que eso.
‘Doble uso’
Un hecho fundamental es que Israel sigue regulando minuciosamente qué entra y sale de Gaza, hogar de 1,8 millones de palestinos.
A partir de junio de 2007, Israel ha prohibido completamente o restringido severamente la entrada de materiales de construcción en Gaza. Desde entonces, Israel ha librado tres guerras devastadoras contra el territorio: en 2008-2009, 1012 y la más destructiva de todas, en verano de 2014.
La prohibición se ha impuesto con el pretexto de que los materiales de construcción son de “doble uso”: pueden ser utilizados para fines militares, como la construcción de túneles, así como para fines civiles.
Los combatientes de la resistencia palestina utilizan esos túneles solo para atacar “legítimos objetivos militares”, según el último informe publicado por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU sobre la última guerra de Gaza.
Pero Israel, la potencia ocupante de Gaza, no reconoce a los palestinos el derecho a la resistencia o la autodefensa.
La prohibición israelí y el cierre llevado a cabo por Egipto de los túneles subterráneos que discurren bajo su frontera con Gaza han provocado el colapso casi completo del sector de la construcción del enclave y ha elevado el desempleo, desde un ya asombroso 28 por ciento a mediados de 2013 al actual 42 por ciento.
Gisha se “opone a definir como de ‘doble uso’ un producto civil tan básico como los materiales de construcción, allanando así el camino para prohibiciones de carácter general, especialmente cuando se considera el hecho de que la prohibición no ha demostrado ser eficaz en la prevención de la construcción de túneles”.
Oneroso
Después de la guerra de agresión israelí del verano pasado, señala Gisha, “los servicios de seguridad israelíes anunciaron que Israel permitiría ahora la entrada de materiales de construcción para labores de reconstrucción llevadas a cabo por el sector privado”. Con la complicidad de Israel y la Autoridad Palestina (AP), la ONU puso en marcha el denominado Mecanismo de Reconstrucción de Gaza (MRG).
Como ya avanzó The Electronic Intifada en octubre de 2014, este complicado sistema de vigilancia y autorización previa israelíes ha dado a las autoridades de la ocupación “un control aún más intenso sobre las vidas de los palestinos de Gaza, que estarán sometidos a una onerosa vigilancia permanente cuando traten de reconstruir sus casas, comunidades y vidas tras la masacre israelí del verano”.
Los palestinos denunciaron que el Mecanismo de Reconstrucción de Gaza era un medio de dar legitimidad y cobertura internacionales al bloqueo israelí.
“Es inevitable que un mecanismo tan complejo como el MRG ralentice la reconstrucción y aumente los costes”, ha dicho Gisha. “La cuestión es saber cuál es su verdadera finalidad, si es que hay alguna”.
Líneas rojas, mercado negro
Gisha es el grupo que desveló el documento del ministerio israelí de defensa sobre las “líneas rojas” que, establecidas mediante fórmulas matemáticas, traducían cuántas calorías estaban autorizados a consumir los hombres, mujeres y niños de Gaza para mantenerse en el nivel de la mera supervivencia.
Gisha compara el racionamiento de materiales de construcción controlado por Israel en base a las “líneas rojas” con las “necesidades de seguridad”.
“Tienen el propósito de evitar que los materiales de construcción se empleen en la construcción de túneles”, dice Gisha, “pero ha resultado que la escasez controlada por las fórmulas sea una de las causas de la emergencia de un mercado negro de materiales de construcción, como lo ha admitido el propio ejército”.
El hecho es que las personas cuyas casas fueron destruidas se enfrentan con múltiples y urgentes necesidades, teniendo en cuenta la catastrófica situación económica general de Gaza. Así las cosas, muchos venden los limitados materiales que son asignados por el Mecanismo de Reconstrucción de Gaza.
Para aquellos que necesitan construir, el proceso es difícil y caro. El informe de Gisha ofrece un ejemplo:
Un contratista cuyo proyecto de construcción en Gaza fue aprobado por Israel dijo a Gisha que tenía que dar a Israel la localización del edificio, el número del carné de identidad del propietario del edificio, los planos de construcción y la cantidad de materiales de construcción necesarios. El contratista dijo que tardaron cuatro meses en aprobar el proyecto y, mientras tanto, decidió investigar otros casos. Otro contratista dijo a Gisha que cada uno de los elementos implicados en el proyecto requiere la aprobación israelí. “El proceso es muy complicado”, dijo. “Son necesarios almacenes y una supervisión. Estos días todo está restringido y no todas las compañías reciben la aprobación de Israel para empezar a trabajar. Si un proyecto como este solía requerir antes tres o cuatro meses, ahora son unos siete meses, así que tengo que pagar a los trabajadores durante más tiempo y gastar más dinero que antes en un proyecto similar”.
Otro contratista comentó con Gisha los riesgos implicados: “Para construir, tengo que contratar a la gente y firmar contratos con los trabajadores y otras compañías. No merece la pena, pues no puedo estar seguro de que mi proyecto va a ser aprobado, y si lo es, también voy a perder dinero porque tengo que pagar a los trabajadores que he contratado hasta que sea aprobado”. Y aunque todo fuera bien, la escasez de cemento podría suponer nuevos retrasos y más costes.
Más obstáculos que ayudas
Gisha señala que los proyectos dirigidos por Catar y los organismos internacionales son los únicos que actualmente están en marcha, porque tienen “los recursos para moverse por el entramado burocrático”. Para el sector privado y las personas “que no tienen los recursos para manejar los procesos burocráticos y absorber los retrasos y costes añadidos, el [Mecanismo de Reconstrucción de Gaza] presenta más obstáculos que ayudas”.
Gisha entiende los argumentos de quienes dicen que sin el MRG las cosas estarían todavía peor, pues entonces no entraría nada en Gaza. El argumento es que el mecanismo “trató de establecer un equilibrio entre la necesidad urgente y vital de reconstrucción en Gaza y la otra necesidad de evitar que los materiales de construcción lleguen a manos hostiles”.
Pero la conclusión de Gisha es mucho más sobria: “Lo que ha sucedido es que se ha probado, una vez más, en qué medida Israel ejerce un control sobre la vida civil en Gaza, mientras, al mismo tiempo, ignora sus responsabilidades. Esta combinación es perjudicial para una población sitiada”.
“Un año más tarde, el paradigma tiene que cambiar y las restricciones sobre la entrada de materiales de construcción, que no sirven a nadie, deben ser eliminadas”, concluye el grupo.
Alí Abunimah es cofundador de The Electronic Intifada y autor de The Battle for Justice in Palestine, publicado por Haymarket Books. También publicó One Country: A Bold-Proposal to End the Israeli-Palestinian Impasse.
Fuente: Why has there been almost no reconstruction in Gaza?, The Electronic Intifada, 20/08/2015
http://blog.disenso.net/2015/08/por-que-no-ha-habido-casi-reconstruccion-en-gaza/
Traducción: Javier Villate (@bouleusis)
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