Mi nombre es Omar Salamé, soy chileno y tengo 24 años. En enero del presente año egresé de la Universidad Diego Portales, de la carrera de Derecho, por lo que decidí viajar durante los siguientes seis meses. Fui a varios países de Oriente Medio y pasé 3 meses en Palestina e Israel. Luego visite Turquía, Suecia, Alemania y Grecia. Antes de volver a Chile, quise pasar una vez más a Palestina e Israel para despedirme de mis amigos, dado que tenía pasaje para el 1º de julio desde Jordania.
El día martes 6 de junio del presente año tomé un avión para ir desde Atenas, Grecia a Tel Aviv, Israel, mediante la aerolínea israelí El Al. En el aeropuerto de Atenas, al momento de hacer el check in, funcionarios de la aerolínea comenzaron a interrogarme sobre los propósitos de mi viaje y luego procedieron a realizar una revisión de mi maleta, obligándome a poner dentro de ella todos mis aparatos electrónicos, incluido mi teléfono celular y no se me permitió ponerle el candado a mi maleta. Esto fue completamente discriminatorio y arbitrario, pues todos los pasajeros llevaban sus artículos electrónicos, lo que a mí no me fue permitido. Luego, procedieron a revisar mi equipaje sin estar yo presente en dicha revisión, pero luego pude advertir que había sido bastante minuciosa por el estado en que se encontraba mi maleta cuando la recuperé.
Al llegar al aeropuerto de Tel Aviv, a eso de las 12 del mediodía, en el control de pasaportes retuvieron el mío y me hicieron esperar en otro lugar para hacer el chequeo de seguridad. Al ir a buscarme por primera vez, los funcionarios israelíes encargados de los procedimientos de seguridad del aeropuerto me preguntan nuevamente sobre las razones de mi viaje y si es que era la primera vez que venía. Les respondí que mi mejor amigo es de Beit Jala, razón por la cual voy a Cisjordania y que no, no era la primera vez que estaba allí. El funcionario me pidió que le diera el número de teléfono de mi amigo pero no pude hacerlo porque mi celular seguía dentro del equipaje, el cual aún no podía retirar. Volví al lugar donde inicialmente estaba esperando para que me interrogaran, y cuando me fueron a buscar por segunda vez, reiteraron las preguntas ya formuladas, las cuales respondí de la misma manera. Volví a la zona de espera y me vinieron a buscar por tercera vez para llevarme a otra oficina, en la que se encontraban un hombre y una mujer detrás de un escritorio, junto a otro hombre muy alto y corpulento, que empezó a gritarme de manera irrespetuosa e intimidantemente, preguntándome de nuevo por las razones de mi viaje, increpándome acerca de por qué visitaba su país y precisando que todas las veces que he viajado a Israel, suma un total de más de 6 meses. Ya muy nervioso y con miedo, le pedí que no me hablara de esa forma, pero continuó gritando, exigiéndome que respondiera sus preguntas. Además me preguntó si acaso no sabía que era ilegal permanecer en su país más de 3 meses en un año, a lo que respondí que no tenía conocimiento alguno de esa norma y que era la primera vez que la escuchaba. Después el otro hombre detrás del escritorio empezó a hablar y me dijo literalmente “We don’t have time for this shit” (N. de la R.: No tenemos tiempo para esta mierda.), para luego añadir “dime la verdad, ¿qué estuviste haciendo 3 meses aquí?”. Le respondí que había visitado a mis amigos en Cisjordania y en Israel, y me hizo escribir sus nombres. Me preguntó qué más había hecho y respondí que recorrer todo Israel y Cisjordania, que había salido con amigos y actividades turísiticas, como cualquier persona normal que va de viaje. Siguió insistiendo con que dijera la verdad, afirmando estar al tanto de que yo estaba realizando un voluntariado en Palestina. Lo negué en repetidas oportunidades porque nunca hice ningún voluntariado, pese a que busqué una actividad de ese tipo para realizar y finalmente no logré hacerlo. Este tipo siguió insistiendo que tenía información al respecto sobre mí, así que que dejara de mentir. Me mantuve firme en mi posición de que no había realizado ningún voluntariado. Luego me dijo que admitiera que había ido a manifestaciones en Israel y en Cisjordania, lo que tampoco es verdad, ya que jamás fui a ninguna actividad de ese tipo, así que también lo negué. En ese momento me acusó de ser una persona “anti Israel” y aseguró tener fotos mías en manifestaciones anti Israel. Le contesté que de haber participado alguna vez en manifestaciones había sido por los derechos humanos y no por propósitos anti israelíes, dado que no soy una persona “anti Israel”. Durante todo ese tiempo, el hombre alto seguía en la sala intentando intimidarme, lo que claramente logró.
El hombre detrás del escritorio me dijo que dejara de mentir, que él sabía que yo estaba haciendo un voluntariado -lo cual seguí negando-, y comenzó a preguntarme si era activista en Chile por la causa palestina. Le respondí que mis únicas actividades relacionadas con Palestina son ir al Club Palestino con mis amigos, enseñar español a inmigrantes árabes y participar de actividades culturales. Entonces fue que me interrumpió, mencionando el tema del BDS, lo cual también negué, puesto que no he participado en esas actividades. Me acusó de ser un activista del BDS y le respondí que no pertenecía a ninguna organización relacionada al BDS, a lo que reaccionó diciéndome que quizás no estaba activo, pero que él sabía que yo sí lo apoyaba. Me preguntó si yo estaba en contra de Israel, le respondí que no y luego me preguntó si estaba en contra de las políticas de Israel, a lo que respondí que obviamente algunas de sus políticas no me parecían correctas. Siguió interrogándome sobre si yo compraba productos israelíes y le dije que sí (de hecho, viajé en una aerolínea israelí), que al estar durante este tiempo en Israel, no tenía mucha opción. Precisó que entonces en Chile yo no compraba productos israelíes y le dije que en realidad no llegaban muchos productos israelíes y que si existían, no los conocía. En ese minuto me dijo que dejara de hacerme el inteligente, que ese era mi problema y el de gente como yo que cree que puede venir a Israel mientras lo critica de todas las formas posibles (irónico, siendo que se autodenominan “la única democracia de Oriente Medio”).
Para concluir, me dijo que yo estaba mintiendo y que me iba a dar la última oportunidad de decir la verdad acerca del porqué estaba visitando Israel. Le respondí que mis motivos son ver a mis amigos en Cisjordania e Israel, ir a la playa porque es verano y recorrer la región. A eso respondió: “Qué pérdida de tiempo”, imprimió un papel y me lo entregó. Era la orden de deportación en mi contra.
Tuve que esperar en el mismo lugar en el que estaba al principio y después de un rato llegó un hombre a buscarme, haciéndome subir a un auto que estaba completamente enrejado. Antes de subirme, le pregunté a dónde me llevaba y me respondió que a un “centro de migraciones”. Le señalé que necesitaba mi equipaje porque ahí tenía mi teléfono celular con el cual me podría comunicar con mi familia para contarles lo que había ocurrido, y que además necesitaba comprar lo antes posible un ticket de avión para devolverme a Grecia. Me dijo que no necesitaba mi celular porque allá me prestarían uno para llamar y que iba a poder hablar con alguien para solucionar el tema del pasaje.
Al llegar al “centro de migraciones” me doy cuenta de que ese lugar era una cárcel. Desde afuera pude ver que estaba completamente asegurado con rejas, barrotes en las ventanas y alambres de púa. Al bajar del “retén móvil” les pedí que por favor me prestaran un teléfono y pese a que me advirtieron que no iba a poder viajar ese mismo día, les insistí sobre el pasaje que necesitaba comprar. Me respondieron que eso lo veríamos adentro y en ese momento me obligaron a entrar a una celda que no tenía manilla por dentro, sólo unos camarotes a maltraer, un baño en condiciones paupérrimas y las ventanas abarrotadas. Estaba en una cárcel.
Me encontraba en una situación sumamente angustiante, por lo que comencé a gritar por una ventana pequeña, totalmente sellada y estrecha que vislumbraba un pedazo del pasillo. Vino una persona a preguntar qué quería, a lo que les respondí que deseaba llamar por telefono y coordinar la compra de mi ticket aereo y así poder irme. Me respondió simplemente que no y se fue.
Seguí insistiendo, a lo que llegó una mujer y me preguntan nuevamente qué quiero, respondiendo nuevamente que necesitaba llamar a mi familia, porque nadie sabía dónde estaba y que necesitaba con urgencia un pasaje a donde fuera necesario para no pasar ni un minuto más en el calabozo, mientras estallaba en lágrimas, realmente no quería pasar la noche ahí. Su respuesta negativa y violenta fue responderme a gritos que me calmara, que hay gente que pasa semanas ahí y que «no sea exagerado». Así seguí insistiendo mediante gritos, sin conseguir nada siendo ya las seis de la tarde. Recién a las siete de la tarde llega otro guardia y me llama preguntándome si necesitaba un médico, a lo que vuelvo a reiterar que necesitaba llamar y comprar mi pasaje. Su respuesta fue preguntarme nuevamente: ¿necesitas un médico? ¡Responde!, le dije que no, por lo que cerró la puerta y se fue.
Finalmente pasado a las ocho de la noche llegó un guardia y me dijo que podía hacer mi llamada. Hablé con mi papá envuelto en lágrimas mientras le contaba la situación, estaba realmente desesperado. En eso un guardia me interrumpe y me obliga a cortar, la llamada no duró más de cinco minutos.
Desde que llegué hasta antes de la llamada nunca nos dieron a los que estabamos en la celda ni agua ni comida. No fue hasta la noche que nos dieron un sandwich- que vencía el mismo día- y pusieron un jarro de té y otro con agua. Luego de un rato nos sacaron diez minutos al «patio», un lugar totalmente enrejado con alambres de púas y bajo vigilancia: el recinto cumplía con todas las características de una cárcel.
A las doce de la noche llamó la cónsul de Chile, pude hablar con ella y le expliqué lo sucedido, me explicó que intentó hacer algo para que me saquen de ese lugar, pero no lo logró y tampoco la dejaron visitarme. Ante el llamado, el guardia que me fue a buscar empezó a interrogarme inquisitivamente: «por qué me llamaba la cónsul», «qué le había dicho», «por qué llamaba si no había ningun problema y todo estaba bien». Luego de eso volví a la celda e intenté dormir, porque era la única manera de que el tiempo pasara más rápido, en ese horrible lugar en el que no podía relajarme, pues estar allí solo me provocaba angustia.
A las seis de la mañana me vinieron a buscar en el mismo retén móvil para llevarme a unas oficinas, donde nuevamente tuve que soportar que me revisaran a mí y todas mis cosas, fue una invasión total; revisaron mi ropa interior, entre mis piernas, me hicieron sacarme los zapatos, todo supuestamente para chequear «si tenía explosivos» o «restos de pólvora en mi ropa». Luego me subieron nuevamente al retén móvil y me llevaron directamente al avión, donde la azafata no me entregó mi pasaporte arguyendo que estaba deportado y, por ende, debía entregárselo a la policía. Luego pregunté por mi equipaje y me dijeron que estaba en el avión, por lo que no tuve acceso a mi teléfono hasta que llegué a Atenas, Grecia.
Video con el testimonio de Omar
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Fuente: Facebook.
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Israel está acostumbrado a abusar de los ciudadanos y ciudadanas de Chile de origen palestino. Los judíos/as seguimos teniendo privilegios frente a los verdaderos dueños de la tierra palestina.
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