María Landi
Es casi un milagro la atención mediática que ha tenido en Occidente la detención y el juicio a la adolescente palestina de la aldea Nabi Saleh, en Cisjordania ocupada. Quienes llevamos años documentando y denunciando las atrocidades que el Estado de Israel comete contra las niñas, niños y adolescentes de Palestina no podemos menos que alegrarnos: al menos un caso ha trascendido el cerco mediático, y sobre todo el muro de indiferencia y silencio en torno a la niñez palestina. Hay quienes se preguntan, incluso, si el caso habría adquirido la misma notoriedad si Ahed no tuviera el pelo rubio y alborotado, los ojos verdes, y si su apariencia e indumentaria no fueran tan occidentales. Si tuviera la piel aceitunada y usara hiyab o ropas largas y oscuras, ¿habría despertado la misma empatía en la opinión pública?
Ahed es la punta del iceberg, sin embargo, de una realidad…
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