El 23 de agosto una adolescente israelí que estaba haciendo senderismo con su familia por una pintoresca zona de Cisjordania llena de colonias judías –en el distrito de Ramala− murió por la explosión de un artefacto colocado junto al manantial de Ein Bubin; su padre y su hermano resultaron con heridas graves. Como es habitual, el hecho ha generado −junto a las habituales promesas de venganza hacia los ‘terroristas’ palestinos− una cacería del ejército de ocupación por los poblados palestinos de la región, con allanamientos y detenciones masivas. Y en represalia, el Primer Ministro Netanyahu anunció la construcción de 300 nuevas viviendas en la colonia Dolev.
Siempre que personas israelíes son asesinadas en el territorio palestino ocupado, se dan dos tipos de omisiones o distorsiones: por un lado, se soslaya que se trata de hechos aislados y ocasionales (por ahora), considerando que 600.000 colonos/as israelíes viven en ese territorio…
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