
Entrevista de Alex Anfruns.
Desde la terraza de Wi’am, también conocido como “Centro Palestino de Resolución de Conflictos”, se puede contemplar un horizonte interrumpido por el muro israelí y una nube de gases lacrimógenos. Al pie del mismo, un estrecho camino conduce al visitante fuera del circuito turístico hasta el campo de refugiados de Aida, celosamente vigilado por soldados. A la entrada del campo vemos una gran llave del retorno, que simboliza la identidad a la que los refugiados de 1948 no están dispuestos a renunciar. Es la Nakba o “catástrofe” como consecuencia de la creación del estado de Israel, que dio lugar a la expulsión forzada de centenares de miles de palestinos y a la destrucción de medio millar de poblaciones.
Durante mi estadía en Belén frecuenté el centro, que acoge a los raros voluntarios y visitantes que desean conocer la otra realidad tras el decorado turístico de la ciudad. Allí aproveché para…
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