Palestina y la microfísica de la muerte continua. Por Berenice Bento.

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Foto: Mustafa Hassona/Anadolu Agency

Por Berenice Bento.

El sistema mortífero operado por Israel actúa tanto con deliberación y constancia, en forma de genocidad, como en arrebatos inoportunos cuando el genocidio muestra su rostro inquietante. La resistencia y la solidaridad impiden la culminación del exterminio.

En las últimas horas de 2021 estaba terminando de leer el libro La expulsión de los palestinos i. Con una extensa documentación, Nur Masalha demuestra que todo el proceso de expulsión del pueblo palestino de sus tierras y hogares fue minuciosamente planificado. La supuesta “transferencia” (concepto inventado por los sionistas) del pueblo palestino a otras regiones se refiere en realidad a procesos de limpieza étnica. Abarcando otro período histórico, las investigaciones de Ilan Pappé ii contribuyen a deshacer la narrativa oficial del “Estado de Israel”. Es como si los dos libros estuvieran en una línea de continuidad temporal. Mientras que el análisis de Masalha abarca un período de 1882 a 1948, Pappé centrará su investigación histórica principalmente en los meses previos a la fundación del llamado «Estado de Israel».

Las masacres, robos, violaciones que, antes de la fundación del “Estado de Israel”, llevaron a cabo grupos de terroristas judíos, como el Irgun (uno de los atentados más conocidos cometidos por este grupo se llevó a cabo en julio de 1946 en el Hotel David, en Jerusalén, que se saldó con la muerte de 91 personas y decenas de heridos), se han convertido en la médula de la política del “Estado de Israel”. Para probar la línea de continuidad entre las prácticas delictivas antes y después de la creación del “Estado de Israel”, conviene recordar que uno de los terroristas que planeó y ejecutó el atentado contra el Hotel David llegaría a ser dos veces primer ministro: Menachem Begin.

No hay un solo año, un solo gobierno en la historia del “Estado de Israel” que haya detenido la política de expulsión del pueblo palestino. Quizá lo que no sucedió o no sucedió exactamente como lo planearon los sionistas fue la dimensión temporal. La expulsión total del pueblo palestino no se produjo debido a la continua resistencia de este pueblo, por un lado, y a la presión de los internacionalistas dispersos por el mundo.

Hay dos tipos de técnicas de matar y hacer morir que el “Estado de Israel” comenzó a implementar en 1948 y que se han sofisticado con todos los dispositivos de alta tecnología. Primero: Este no es un tipo clásico de genocidio. Las definiciones del delito de genocidio que sustentan las convenciones para la prevención y represión del delito de genocidio y el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional señalan que el objetivo de estos delitos no es exclusivamente el asesinato de una o varias personas. El objetivo final del genocidio es el exterminio de todos los individuos pertenecientes a un mismo grupo humano específico. Es posible identificar en gran medida esta definición en el trabajo en las políticas de muerte de Israel. Sin embargo, existen otras técnicas de ejecución que se distribuyen por todo el tejido social de la vida palestina. Aquí no nos movemos en el ámbito de las masacres, de los cuerpos amontonados y enterrados en fosas comunes, como las decenas de masacres ya cometidas por el “Estado de Israel”. Está en los detalles, en el pequeño gesto burócrata del “Estado” que niega los permisos de movilidad, en los controles militares en las barreras, en la fragmentación de las familias, en la burocracia para obtener cualquier tipo de autorización (construcción/rehabilitación de viviendas, salida del país, derecho a ir a un hospital), en la presencia ostensible de colonos (tipos de sujetos que actualizan, en la época contemporánea las prácticas del Irgun y que son fomentados por el “Estado de Israel”) que roban tierras, humillan y atacan a los palestinos y palestinas. Y así, los que dicen ser dueños de la “tierra prometida” convierten en un infierno la vida de los verdaderos dueños y dueñas. Un infierno que opera en el detalle.

Sin embargo, hay momentos en que estas técnicas de producción lenta y continua de la muerte del pueblo palestino –la genocidad– se ven sacudidas por actos de violencia letal a gran escala. Y en ese momento, genocidio y genocidad se encuentran. En estas ocasiones, exclusivamente en estos momentos, el mundo entra en contacto con la tragedia del pueblo palestino. Las muertes, el dolor, la desesperación de las madres que levantan los brazos al cielo y gritan por otro hijo perdido. La desesperación del pueblo palestino aparece en los titulares, pero pronto desaparecerá. A diferencia de los actos cotidianos que caracterizan la genocidad, en los actos genocidas perpetrados por Israel, el objetivo es matar al mayor número y rapidez de palestinos. ¿Y qué tan frecuentes son estas masacres?

2021 fue el año más mortífero para los palestinos desde 2014. El punto álgido de la política genocida israelí fue el mes de mayo con ataques diarios a Gaza. En solo unos días, las fuerzas israelíes mataron a 313 palestinos, incluidos 71 niños y niñas. Esta es la capa más visible de la política de expulsión del pueblo palestino. Como parte de la genocidad, Israel demolió más de 300 estructuras residenciales en el Jerusalén Este ocupado (el número más alto desde 2016). Esto dejó a casi 900 palestinos y palestinas sin hogar. Las demoliciones continúan. El martes 4 de enero las fuerzas israelíes demolieron parte de un hospital que atiende a 20.000 personas en el Jerusalén Este ocupado.

La genocidad y el genocidio del pueblo palestino aparecen en datos difundidos por la ONG de derechos humanos B’Tselem, según los cuales “Israel ha construido más de 280 asentamientos en Cisjordania, que albergan a más de 440.000 colonos. De estos asentamientos, 138 fueron establecidos y reconocidos oficialmente por el Estado (sin incluir los 12 barrios que Israel construyó en las áreas que anexó de Jerusalén), y alrededor de 150 son puestos de avanzada no reconocidos oficialmente por el Estado. Alrededor de un tercio de los puestos de avanzada se construyeron en la última década, la mayoría de ellos llamados «granjas». Israel tomó el control de algunas de estas áreas utilizando medios oficiales: emitiendo órdenes militares, declarando el área “tierra estatal”, “zona de tiro” o “reserva natural” y expropiando tierras.iii .

Si el lector está atento, notará que escribí “desde 2014”. Entre 2014 y 2021 han pasado solo siete años. Pero ahí es exactamente donde radica el secreto de la política de muerte del llamado “Estado de Israel”. Cuando usamos “desde”, esperamos que se esté construyendo una comparación con un período histórico largo, que el hecho que se va a narrar sea una marca diferenciadora del pasado.

Entre 2014 y 2021 se realizó la Marcha por el Derecho al Retorno. El 30 de marzo del 2018 (Día de la Tierra), los palestinos de la Franja de Gaza comenzaron a realizar protestas periódicas exigiendo el fin del bloqueo que Israel impone a la Franja desde 2007 y el derecho (internacionalmente reconocido) a regresar a sus hogares y tierras. Las protestas continuaron hasta finales de 2019. Con cada manifestación, el “Estado de Israel” colocaba decenas de francotiradores a lo largo de la valla. La orden era abrir fuego letal contra cualquiera que intentara acercarse a la cerca o dañarla. Y así se hizo: el “Estado de Israel” usó fuego real contra manifestantes desarmados. Como resultado, 223 palestinos, 46 de ellos menores de 18 años, murieron y unos 8.000 resultaron heridos. La gran mayoría de las personas muertas o heridas no representaban una amenaza para los soldados blindados del otro lado de la valla. Las masacres del 2014 y las relacionadas con la Marcha del Retorno están siendo juzgadas por la Corte Penal Internacional. Con suerte, en 2022, la Corte reconocerá los crímenes de lesa humanidad cometidos por Israel.

Ahora, por lo tanto, vale la pena rehacer los cálculos. Entre 2014 y mayo de 2021 tuvimos las masacres durante la Marcha del Retorno (de 2018 a 2019). Luego, se implementaron políticas genocidas (matar en gran número, en un corto período de tiempo) en 2014, 2018, 2019 y 2021.

Cuando se habla de la cuestión palestina, en términos generales, se recurre a informes de crímenes cometidos por el “Estado de Israel” en 1948 y 1967, o momentos históricos importantes (por ejemplo, los Acuerdos de Oslo). Es como sí hubiera una especie de normalización o anestesia política, como sí las masacres de hoy no tuvieran el mismo estatus que las practicadas en el pasado. Aquí, en la temporalidad que habitamos, somos testigos de un genocidio en curso.

i MASALHA, Nur. Expulsión de palestinos. El concepto de ‘transferencia’ en el pensamiento sionista (1882-1948 ) . São Paulo: Sudermann/MEMO/FLP, 2021.

ii PAPPE, Ilán. La limpieza étnica de Palestina . São Paulo: Sundermann, 2016.

iii https://www.btselem.org/publications/202111_state_business

Traducción: Ana Rosa Moreno para Los Otros Judíos y BDS México.

Fuente: Desacato.

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