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Éxodo: ¿La historia judía o memoria antigua semita?

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Por Julia Fridman (Haaretz).

El Éxodo es probablemente la más famosa de todos los historias bíblicas, pero no hay evidencia real que sucedió. Al menos, no de la manera que la Biblia dice que ocurrió.

Esto no quiere decir que los arqueólogos no hayan observado bien. Muchos han tratado de encontrar alguna evidencia, algún dato al que aferrarse. Nunca se ha encontrado nada tangible. Como mínimo, uno esperaría que un gran grupo de personas que deambuló por el desierto durante 40 años hubiera dejado alguna evidencia material. Si lo hicieron, no la hemos encontrado.

En cambio los arqueólogos han descubierto efímeros sitios de cazadores-recolectores en el Sinaí desde el Neolítico. Se podría esperar que los signos de los israelitas errantes se encontraran también, si hubiera alguno.

Así que si el Éxodo que celebran los judíos cada año en la Pascua no fue así, por lo menos según lo dicho, ¿de dónde viene esta historia?

Una posibilidad es que sea una fábula de los escribas y sacerdotes antiguos para dar esperanza a un pueblo conquistado y exiliado, disperso y arrojado al viento por los imperios de Asiria y Babilonia. Otra es que en realidad haya vestigios de verdades ocultas en las profundidades de la historia.

Los mantos de la tradición antigua   

Algunos sugieren que existen indicios de narrativas históricas reales en estos textos.

En cuanto al nacimiento de Moisés, por ejemplo, una posibilidad es que los narradores israelitas adoptaran el cuento tradicional del rey Sargón, el Grande de Mesopotamia, cuyo reinado se remonta de los siglos 23 o 22 ​​antes de la era cristiana. Se dice que lo pusieron en una canasta y lo echaron al río cuando era un bebé.

«La tradición del Éxodo es antigua,» dice el profesor Israel Finkelstein, de la Universidad de Tel Aviv. «En el Reino del Norte de Israel ya se conocía bien en su forma escrita en la primera mitad del siglo octavo antes de Cristo, hace casi 3.000 años», dice,  lo que significa que la tradición se formuló siglos antes.

«Es importante entender que el texto escrito que conocemos es posterior, se compiló del séptimo, sexto o quinto siglo a. C. En definitiva, se trata de una vieja tradición con varias capas que representa siglos de transmisión y de escritura», explica Finkelstein.

Otro estudioso, el profesor Christopher Rollston de la George Washington University, sugiere que los relatos bíblicos acerca de la Pascua, que hablan de las plagas y de la salida de Egipto, se pueden entender «más fácilmente como una confluencia majestuosa de la memoria histórica de peregrinación de los pueblos semíticos de la tierra de Egipto. Puede haber evidencia de una historia oral combinada con el uso de los ricos textos literarios del antiguo Cercano Oriente en la narración de algunas de las historias del Éxodo».

Un antiguo recuerdo de la expulsión  

La posibilidad más lógica es que el cuento del Éxodo sea en realidad un antiguo recuerdo de los egipcios de cuando derrocaron y expulsaron a los antiguos gobernantes semitas del Delta del Nilo, conocidos como los hicsos. Esta teoría fue propuesta inicialmente por el egiptólogo Donald Redford en un artículo de 1987 titulado «Una perspectiva egipcia en la narración del Éxodo».

Esta teoría tiene sentido para cualquiera que siga los más de 40 años de excavaciones de Tel El Dab’a por el profesor Manfred Bietak. La riqueza de los conocimientos adquiridos a partir de ese yacimiento es increíble.

Lo más importante es que se descubrieron muchas evidencias tangibles de un pueblo semita llamados los hicsos, o «gobernantes de tierras extranjeras», por arte de los egipcios.

Aunque su origen sigue siendo un misterio, se sabe que los hicsos llegaron a Egipto desde Canaán y vivieron entre los egipcios por algún tiempo, al menos desde la dinastía 12, antes de su último ascenso al poder. Reinaron en el Bajo Egipto desde la dinastía 15 hasta la 17 (1630-1523 aC).

La conexión de los hicsos con Canaán o el Levante se demuestra por una gran cantidad de restos arqueológicos y artísticos y textos que se encuentran en todo Egipto, sobre todo en la antigua ciudad de Avaris, conocida por los arqueólogos como Tel el Dab’a. Estas personas dejaron una fuerte impronta en los egipcios. Se puede ver con mayor facilidad en la adopción de una diosa levantina que fue absorbida por la diosa Hathor.

Lea aquí cómo una diosa cananea conquistó el antiguo Egipto 

Los hicsos fueron derrotados y expulsados de Egipto por el faraón decimoctavo de la disnastía Ahmose. El papiro sobre las matemáticas de Rhind, que data de alrededor de 1650 a. C., dice que Ahmose conquistó Tjaru antes de atacar la capital de los hicsos en Egipto, Avaris. De hecho, en las recientes excavaciones de Tel Habuwa, que está asociada con el sitio de la antigua Tjaru, se encontraron evidencias arqueológicas de la campaña de Ahmose. Hay incluso un mural de arte antiguo egipcio que muestra a Ahmose derrotando a los hicsos.

Es poco probable que todos los hicsos fueran expulsados ​​físicamente de Egipto. Tiene más sentido aceptar que algunos se quedaran, que fueran reducidos, que posiblemente se convirtieran en una clase inferior y que el recuerdo de ese evento se hubiera transmitido oralmente.

La existencia de pueblos semitas en el antiguo Egipto no está en duda. Los textos del Imperio Medio de Egipto de las dinastías 11 y 12 tienen un número creciente de nombres semíticos, lo que demuestra la presencia de los pueblos semitas en Egipto en ese momento, Rollston explica, «Además, contamos con hermosas pinturas de las tumbas del Reino Medio que demuestran la existencia de pueblos semitas en Egipto. Y más “Sobre la base de la evidencia arqueológica y textual de la dinastía de los hicsos en Egipto, está claro que estos semitas llegaron a ser tan poderosos durante el segundo periodo intermedio que gobernaron partes de Egipto por un tiempo”, añade.

Las «transmisiones orales de las historias acerca de ese primer Pesaj, las plagas, la salida de Egipto y el paso del Iam Suf [Mar Rojo] son algunas de las historias más bellas de la Biblia», dice Rollston. «De manera que todo lo que se recita hoy en el Magid (el relato de la Hagadá), historias que se repiten cada año, y con cada relato, la historia podrían ser «reimaginada», recontextualizada y revivida. La tradición va creciendo en belleza con cada relato».

La historia también podría haber cambiado con cada relato, así como haber añadido otros adornos o nuevos elementos a la historia.

En cuanto a las plagas, algunos estudiosos sugieren que fueron en realidad un antiguo recuerdo de las consecuencias de la erupción de Thera en el siglo 18 antes de Cristo (la fecha exacta todavía se discute). La erupción habría tenido un efecto sobre el medio ambiente en la cuenca mediterránea. Se han encontrado piedras pómez con la erupción en Egipto en Tel el Dab’a.

Entonces, ¿cómo hacen los eminentes arqueólogos para conciliar los hechos, o la falta de ellos sobre el terreno, con la de la fiesta judía de la Pascua? Para Finkelstein: «Hay que poner una línea clara entre la investigación y la tradición. Por lo tanto en el Seder, cuando leemos la Hagadá una noche cada año, para mí solo es una historia».

Traducido para Rebelión por J. M.

Fuentes: http://www.haaretz.com/ archaeology/.premium-1.584911

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=183322

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Israel y Egipto, una alianza forjada en Washington

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Por Olga Rodríguez.

EEUU entrega anualmente 3.000 millones de dólares al Ejército de Israel y 1.300 millones al Ejército egipcio. Son la primera y segunda mayor ayuda que Washington da a unas fuerzas armadas en el mundo. Se trata de la recompensa tras la firma de los acuerdos de paz de Camp David entre Israel y Egipto en 1979, en los que EEUU actuó como mediador.

Estos acuerdos supusieron el fin de la unidad del mundo árabe. Egipto recuperó el Sinaí que Israel había ocupado ilegalmente años antes, e Israel se comprometió a detener la ocupación de Gaza y Cisjordania, algo que no cumplió y que sigue incumplimendo de forma sistemática a día de hoy. El Cairo reconoció el Estado de Israel, a pesar de que Tel Aviv seguía ocupando los Altos del Golán sirios y Jerusalén Este.

Los países árabes sintieron que el presidente egipcio, Anuar el Sadat, había negociado al margen de los intereses del mundo árabe y solo en función de los suyos propios. Egipto fue expulsado temporalmente de la Liga Árabe, que trasladó su sede de El Cairo a Túnez (hasta que en 1989 volvió a ser readmitido) y Anuar el Sadat fue asesinado poco después en un atentado mientras presenciaba un desfile militar.

Tras la firma de los acuerdos de Camp David el Ejército de Egipto se convirtió en garante del cumplimiento de los mismos por el lado egipcio, y Tel Aviv y El Cairo iniciaron una relación cordial.

Israel se vio libre de su mayor enemigo regional hasta entonces -las Fuerzas Armadas egipcias son el décimo ejército más numeroso del mundo- y tuvo vía libre para impulsar la ocupación ilegal de más territorios palestinos, a pesar de la letra escrita en los acuerdos. La discriminación y opresión que Israel ejerce contra la población palestina no ha impedido que los generales egipcios se mantegan leales a Camp David.

El efecto de los 1.300 millones, en Wikileaks

La importancia de la ayuda económica estadounidense al Ejército egipcio fue mencionada por la embajada de EEUU en El Cairo en 2009, en cables publicados posteriormente por Wikileaks:

“El presidente Mubarak y los líderes militares ven nuestro programa de asistencia militar como la piedra angular de nuestra relación y consideran los 1.300 millones de dólares en ayuda anual una “compensación intocable” por la creación y mantenimiento de la paz con Israel. Los beneficios tangibles de nuestra relación son claros: Egipto sigue en paz con Israel y los militares de EEUU gozan de acceso prioritario al Canal de Suez y al espacio aéreo egipcio”. 

Por eso estos días se está abordando en la prensa estadounidense el debate sobre el mantenimiento de la ayuda económica al Ejército egipcio por parte de Washington.

Estados Unidos ha evitado llamar golpe de Estado a lo ocurrido en Egipto, precisamente para poder continuar con la financiación a las Fuerzas Armadas egipcias a pesar de que la ley estadounidense prohíbe entregar ayuda económica a un país en el que se haya producido un golpe. El objetivo de Washington es mantener Egipto bajo su órbita de influencia, y los generales son para ello su principal baza.

Algunos humoristas de la televisión estadounidense no han podido evitar mofarse de los equilibrismos lingüísticos de la Casa Blanca:

“Creemos que podemos esquivar nuestra propia regla sobre golpes de Estado si simplemente conseguimos no usar la palabra golpe de Estado. Esto es como un concurso. Tu reto es describir la actual situación en Egipto pero si usas la expresión golpe de Estado, perderás todo”, decía entre risas esta semana el humorista John Oliver en el Daily Show de John Stewart.

Según el diario Haaretz, propio gobierno de Israel ha pedido a Estados Unidos que no retire esta ayuda que garantiza de algún modo el compromiso de los generales egipcios con Israel.

Y es que entre los intereses israelíes está la “estabilidad” de la península egipcia del Sinaí, que comparte frontera con Gaza e Israel. Para ello Tel Aviv necesita la colaboración del Ejército egipcio y de un gobierno en El Cairo dispuesto a incluir esta tarea en su lista de prioridades. No es casualidad que precisamente tras la caída de Morsi se hayan registrado varios ataques de grupos armados contra objetivos militares egipcios en el norte del Sinaí.

De momento, y a pesar de los últimos acontecimientos, Washington ha seguido adelante con la entrega a Egipto de cuatro aviones militares F16. Y mientras tanto, tras el derrocamiento de Morsi, Estados Unidos ha decidido impulsar el reinicio de las conversaciones de ‘paz’ entre israelíes y palestinos, que llevaban tres años congeladas.

Soldados egipcios en el Sinaí (Archivo EFE)

Soldados egipcios en el Sinaí (Archivo EFE)

La cuestión del Sinaí

La agencia AP, citando fuentes de defensa, seguridad e inteligencia, menciona el papel clave que ha jugado la cuestión del Sinaí. “El nivel de discrepancia entre Mohamed Morsi y el jefe del Ejército, el general El Sisi [ejecutor del golpe militar] sugiere que los militares habían estado planeando durante meses tomar más control del reinado político en Egipto”, ha relatado AP.

Uno de los más profundos desacuerdos entre el jefe del Ejército y Morsi, según estas fuentes citadas por AP, giraba en torno a la península egipcia del Sinaí, fronteriza con Israel y Gaza. Poco después de que Morsi asumiera la presidencia en 2012, un grupo armado mató a 16 soldados egipcios.

Israel se apresuró a condenar a grupos palestinos de Gaza y Hamás negó su implicación en reiteradas ocasiones. Morsi prometió actuar contra los responsables de estos ataques, pero también habló públicamente de la necesidad de templanza y diálogo.

Según las fuentes citadas por AP, en noviembre de 2012 Morsi ordenó a los militares que detuvieran una ofensiva en el Sinaí que estaban a punto de iniciar. Los generales protestaron, y volvieron a hacerlo cuando Morsi se opuso a otra operación militar en marcha.

En medio de aquellas tensiones surgió el movimiento Tamarrod, que comenzó a recoger firmas pidiendo la marcha de Morsi. Sobre ello, AP indica:

“Parece que aquello fue una oportunidad de oro para El Sisi para deshacerse del presidente. Los militares ayudaron a Tamarrod desde muy pronto, comunicándose con la organización a través de terceras personas, según los oficiales [consultados]”.

La agencia también señala que “cuando Tamarrod dijo que había recogido dos millones de firmas por la caída de Morsi, los militares se interesaron y trabajaron a través de terceros que conectaron al grupo con liberales y empresarios vinculados a la oposición que lo financiarían [al movimiento], según dos altos oficiales del ministerio del Interior”.

«La importancia de la cooperación Israel-Egipto»

La importancia de la cuestión del Sinaí también ha sido mencionada por un brigadier general egipcio retirado. En una entrevista con la BBC, este militar, Ayman Salama, afirmó que Morsi “amenazó los intereses más elevados en materia de seguridad nacional y militar por colaborar con Hamás en contra de los intereses del Ejército, especialmente en el Sinaí”.

Salama también reiteró “la importancia de la cooperación mutua entre los Ejércitos de Israel y Egipto en materia de seguridad e inteligencia”.

En el ideario colectivo de la sociedad egipcia siempre ha existido gran solidaridad con los palestinos y repulsa a la ocupación israelí. De hecho los movimientos que impulsaron las revueltas egipcias de 2011 nacieron en muchos casos al calor de la solidaridad con la Segunda Intifada palestina a principios de este siglo. Un Egipto realmente libre y democrático, fuera de un marco neocolonial como el actual, podría dar la espalda a Israel mientras éste siguiera violando las leyes internacionales.

Pero de momento la campaña que ciertos sectores egipcios están impulsando contra los palestinos y el aumento de las restricciones impuestas a los palestinos para entrar a Gaza por territorio egipcio, contribuyen a situar lejos de la realidad aquél dicho que sostiene que “el camino hacia una Palestina libre pasa por El Cairo”.

Fuente: http://www.eldiario.es/zonacritica/cuestion-palestina-Egipto-Israel-neocolonial_6_156144385.html