
Un joven palestino durante enfrentamientos con la policía israelí en un suburbio de Jerusalén Este. 23 de octubre. Foto: AFP.
Por Gideon Levy.
Imagínense que ustedes son los palestinos. Tal vez residentes de Jerusalén Este. Cuarenta y siete difíciles años a sus espaldas; una enorme y deprimente oscuridad por delante. La tiranía israelí que sella su destino declara de forma arrogante que todo continuará como está para siempre. Su ciudad seguirá ocupada «eternamente». El ministro de defensa, segundo en importancia en el gobierno que los oprime, dice que nunca habrá un Estado palestino.
Imagínate que eres palestino o palestina y tus hijos corren peligro. Hace dos días, las fuerzas de ocupación mataron otro chico porque «prendió un cóctel molotov«. Las palabras «Muerte a los árabes» aparecen en una pintada cerca de tu casa. Adonde vayas, un soldado de la policía de fronteras te puede gritar. Tu casa puede ser invadida brutalmente todas las noches. Nunca serás tratado como ser humano. Ellos te humillarán, destruirán, intimidarán y quizás hasta te arrestarán, posiblemente sin juicio.
Hay cerca de 500 detenidos «administrativos», un número récord en los últimos años. Si algún ser querido tuyo es arrestado, tendrás dificultades para visitarlo. Si lo logras, ganarás una conversación de media hora a través de un vidrio. Si tu ser querido es un detenido «administrativo», nunca sabrás cuándo lo soltarán. Pero estas son trivialidades a las que te acostumbraste hace mucho.
Tal vez también te has acostumbrado al robo de tierras. En cualquier momento, un colono puede invadir tu tierra, quemar tu plantación o prenderles fuego a tus campos. Por esto no lo van a llevar a juicio; los soldados que se supone que te tienen que proteger se quedarán de brazos cruzados. En cualquier momento, puede aparecer una orden de demolición o una orden de desalojo arbitraria. No puedes hacer nada.
Imagínense que ustedes son los palestinos. No pueden abandonar Gaza y tampoco es fácil salir de Cisjordania. La playa, a menos de una hora en automóvil de su casa en Cisjordania, está más allá de las montañas de oscuridad. Los israelíes pueden ir a Tierra del Fuego con mucha más facilidad que ustedes a la playa en Ajami.
No hay sueños, no hay deseos. Sus hijos tienen una chance remota de ser algo en la vida, aun yendo a la universidad. Lo único que les espera es una vida de humillaciones y desempleo.
No hay chance de que esta situación cambie a corto plazo. Israel es fuerte, tiene a Estados Unidos en el bolsillo, sus líderes son débiles (la Autoridad Palestina) y están aislados (Hamás), y el mundo está perdiendo interés en su destino. ¿Ustedes qué hacen?
Hay dos posibilidades. La primera es conformarse, darse por vencidos, rendirse. La segunda es resistir. ¿Quiénes han sido más respetados a lo largo de la historia? ¿Aquellos que pasaron sus días bajo ocupación y colaboraron con ella o aquellos que lucharon por su libertad?
Imagínate que eres palestino o palestina. Tienes todo el derecho a resistir. De hecho, es tu obligación civil. No hay discusión posible. El derecho de un pueblo ocupado a resistir a la ocupación está asegurado por el derecho natural, por la moral de la historia y por el derecho internacional.
Las únicas restricciones tienen que ver con los medios de resistencia. Los palestinos han probado casi todos, para bien o para mal – negociaciones y terror, con una zanahoria y con un palo; con una piedra y con bombas; en manifestaciones y en ataques suicidas. Todo en vano. ¿Tienen que desesperarse y rendirse? En la historia, esto no ha sucedido casi nunca, así que continuarán resistiendo. A veces usarán medios legítimos, otras, medios viles. Es su derecho a resistir.
Ahora están resistiendo en Jerusalén. No quieren el dominio israelí ni gente que quema niños vivos. No quieren colonos armados que invaden sus apartamentos y los desalojan en el medio de la noche, con la protección de la ley israelí según su origen. Ellos también enloquecen cuando la casa de un terrorista judío no es demolida, mientras que sí lo es la casa de un palestino.
No quieren que Israel los siga oprimiendo, entonces resisten. Tiran piedras y bombas incendiarias. Esa es la apariencia de la resistencia. A veces actúan con instinto asesino, pero aun así no es tan terrible como la violencia interna del ocupante.
Es su derecho; es su obligación.
Traducción: Amlapav.
Fuente: http://www.haaretz.com/opinion/.premium-1.622711
N. de la R.: Los años difíciles empezaron en 1948, hace 66 años.
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