¿A quién sirven los «dueños» de las causas?

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Por Tali Feld Gleiser.

El poeta salvadoreño Roque Dalton fue torturado y ejecutado por los altos mandos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), al que pertenecía, por traidor y agente de la CIA, lo que se probó era absolutamente falso. Más tarde, los hijos de Dalton, Juan José y Jorge, acusaron al comandante del ERP, Joaquín Villalobos, de ser el autor intelectual del asesinato. Villalobos resultó él mismo ser agente de la CIA; años después, gracias a este «trabajito», Villalobos se transformó en asesor del presidente narcoparamilitar Álvaro Uribe de Colombia, además de haber dejado su vida «revolucionaria», que, obviamente, nunca fue tal. Su misión fue impedir que cualquier brote revolucionario lograra su fin. Y, por desgracia, para nuestros pueblos, su objetivo fue cumplido.

Esto mismo es lo que sucede con más o menos los mismos matices en otras luchas, como es el caso de la palestina, en la que encontramos todo tipo de gente, grupos, ONG y políticos. En Nuestra América hay pocos activistas, para la cantidad de palestinos y sus descendientes que, por ejemplo, tiene Chile, y la gran cantidad de defensores de los derechos humanos en general; también hay gente que simpatiza pero no se involucra demasiado, salvo cuando hay grandes acontecimientos, como los criminales bombardeos a Gaza; y, sobre todo, existen muchos desinformados porque los grandes medios están dominados por el sionismo.

Dentro de esa realidad, esta lucha se da en varios frentes, de diversas formas, con los escasos medios que tenemos la mayoría de los activistas, especialmente teniendo en cuenta el poderío económico-mediático-propagandístico que posee el Estado de Israel y su aparato, que es prácticamente todo el establishment mundial y la periferia que no quiere meterse en este asunto.

De todas formas, a pesar de contar «solo» con internet, movilizaciones, campañas, viajes a Palestina de los que tienen los medios económicos, charlas para analizar la situación, debates, etc., hay un eje conductor de acción que nos une a la mayoría: la campaña internacional del BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones).

Asimismo, existen las personas que eligen otras formas de lucha perteneciendo a asociaciones, federaciones e instituciones que también pelean por los derechos humanos del pueblo palestino y, eventualmente, apoyan al movimiento BDS.

Por primera vez en los diez años desde el nacimiento del BDS, el gobierno más extremista de la historia del Estado de Israel le ha empezado a prestar atención. Tanto es así, que el BDS ha sido declarado «amenaza estratégica», “una guerra contra la legitimidad del Estado judío” y Netanyahu ha asignado dinero extra para su combate. Así que, de a poco, los frutos de la campaña BDS se hacen sentir. La «única democracia» de Oriente Medio no quiere ser cuestionada y se victimiza tratando de atacar una campaña que no es contra los judíos ni contra los ciudadanos del Estado de Israel, puesto que muchos de ellos participan activamente, aun no siendo demasiados.

Palestina Libre. Boicot a Israel. Manifestación en Zumárraga, País Vasco, 22 de julio de 2014. Foto: Patxi Biain.

Palestina Libre. Boicot a Israel. Manifestación en Zumárraga, País Vasco, 22/7/ 2014. Foto: Patxi Biain.

Pareciera que para un reducido grupo, un israelí-judío o una persona de origen judío no es alguien capaz de ser defensor(a) de los derechos humanos del pueblo palestino. Esta gente de mala fe piensa que la sangre puede tirar más que el deseo de verdad y justicia, en este caso, para el pueblo palestino, en relación al proyecto racista, colonial y étnico del Estado de Israel y el sionismo. A esta gente, que no entiende nada de política y mucho menos de humanismo, no le importa pensar que esta lucha se extiende más allá de las fronteras de Palestina porque el enemigo principal no solo del pueblo palestino sino de la humanidad entera se llama sionismo, casi un sinónimo de capitalismo.

Y esta guerra contra el capitalismo-sionismo también se libra, sin manifestarse abiertamente, dentro de la causa palestina en términos de lucha de clases. Hay ciertas capas, sobre todo las medias, que si bien están de acuerdo con el objetivo principal que es la autodeterminación del pueblo palestino, del derecho al retorno y su derecho inalienable a su tierra, no quieren perder su status quo, sus beneficios económicos y prestigio personal, y que, en realidad, no les interesa el sufrimiento del pueblo palestino en Palestina. Este tipo de gente puede pertenecer a instituciones o simplemente hacer turismo político para que los demás le vean la cara en manifestaciones, actos o conferencias. Esta gente hasta se dedica a calumniar y difamar.

Una de esas calumnias es la de que fulano o fulana es una infiltrada en la causa palestina. No exponen, jamás, cuáles son los argumentos para una acusación tan grave. Se acusa sin pruebas, vaya una a saber por qué motivos. Las y los que calumnian lo hacen sin pruebas, ¿serán ellos parte del plan de Netanyahu para desarticular el BDS? ¿Se creerán los «dueños» y más importante que la causa misma? ¿Qué elementos económicos, psicológicos-psiquiátricos, de complejos personales, intervienen en la psiquis de una persona capaz de calumniar, de convencer a otros para que se identifiquen con la calumnia, a pesar de hasta ese momento haber creído en tu trabajo?

Una persona capaz de esto, como dije antes, no entiende nada de política. No sabe discernir. Por algún extraño motivo precisa atribuirle al otro una característica que no posee, proyección se llama en psicología. ¿O es que hay que destruir tu trabajo porque es aceptado, porque tiene una propuesta clara? Y eso es lo que estas personas no saben diferenciar. Un infiltrado (en este caso, del Mossad, del sionismo) jamás construye ni colabora con la causa que dice defender, estorba y obstaculiza, para que los procesos no sigan.

Pero ¿qué sucede con una activista que mantiene su coherencia, que tiene una línea de trabajo y a la que no le importa para nada la nacionalidad, el color, religión u origen de los compañeros de ruta? La mayoría de los activistas también son así, si no, sería una contradicción defender los derechos humanos, pero ¿por qué hay gente inescrupulosa que quiere destruir los esfuerzos y desanimar para que abandonemos la causa? Repito, ¿a qué intereses sirven?

¡Viva el pueblo palestino y la lucha de todos los pueblos oprimidos!

Fuentes

http://www.cubadebate.cu/especiales/2014/03/09/el-curriculum-de-un-asesino/#.VXmc2fmG95E

https://sergioyahni.wordpress.com/2015/06/01/israel-asume-al-bds-como-amenaza-estrategica/

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