Traducido para Rebelión por J. M. |
Las humillaciones que sufren los pasajeros en el aeropuerto Ben Gurion que obligan a revisiones invasivas aparentemente se justifican cuando el personal se refiere a lo que los judíos sufrieron durante el Holocausto.
Sólo media hora antes de su vuelo de Israel, D. estaba casi completamente desnuda mientras una inspectora de seguridad de aspecto europeo del este tocaba sus brazos, piernas y caderas. «Ella también puso sus dedos en el interior del borde superior de mi ropa interior», me escribió la joven, y me permito añadir brillante, estudiante de doctorado.
Conocí a D. hace varios años en uno de sus viajes de investigación a Israel. No es palestina ni judía. Nació en el Medio Oriente, pero se crió en Occidente y lleva pasaporte de un país occidental.
D. llegó al Aeropuerto Internacional Ben-Gurion con tres horas de adelanto a la próxima hora de salida programada. Como en todas las visitas anteriores, se le ordenó abrir la maleta y dos equipajes de mano para una búsqueda exhaustiva.
Pero entonces, sólo 45 minutos antes del despegue, se le dijo que tendría que someterse a un registro corporal y no le estaba permitido subir al avión con su portátil.
D. me escribió en un correo electrónico: «Yo protesté diciendo:» Me niego a dejar a mi ordenador portátil… allí están todos los archivos de mi investigación… ¿Cómo puedo confiar en que me los devolverán?” preguntó D. a la joven blanca con ojos azules y pelo largo y lacio y a su supervisor, un hombre joven de pelo castaño. «Un tercer hombre, un poco mayor (también de pelo castaño) con traje vino a mí y me dijo que si continuaba el retraso de la investigación podría perder mi vuelo bajo mi responsabilidad.
«Protesté de nuevo, diciendo que ellos eran los que se atrasaron con la revisión de mi maleta, se tomaron su tiempo, se distrajeron con otros pasajeros, discurriendo en las tareas de comprobación del cargador de mi teléfono celular, mis cerámicas, mi aceite de oliva y cosas diversas con otros de sus colegas, mientras charlaban y bromeaban durante el proceso.
«Les dije que yo llegué antes de las tres horas requeridas para abordar mi vuelo y me hicieron esperar durante mucho tiempo mientras estaban buscando la maleta, así que si me perdía el vuelo sería su responsabilidad. Y los tres comenzaron a discutir de nuevo y decir que no, que sería mi responsabilidad”.
Ninguno de tres se identificó y D. no se dio cuenta de si llevaban etiquetas con su nombre.
Me imagino a D. con sus ojos negros mirando a sus inspectores y, después de un examen rápido del equilibrio de poder, suavizando su rostro y acatando lo que se le pedía. En este caso, su mente aguda no era ninguna ventaja.
A la espera de ser cacheada en un área diferente, D. escuchó una conversación entre una mujer que hablaba con acento árabe y un israelí.
«¿Por qué me tratas así?» Decía la mujer. «Soy una vieja, estoy en una silla de ruedas. Nací en este país. Tengo la ciudadanía de aquí. ¿Crees que tengo una bomba? «
La última sacó al oficial varón joven fuera de sí y respondió de manera agresiva. ¡»No me estás escuchando! Nosotros te estamos haciendo un favor», espetó. «De esta manera usted no tiene que esperar en la cola en el aeropuerto».
Se le obligó a D. a quitarse toda la ropa a excepción de su ropa interior. También tenía la obligación de retirar el apósito protector de un dedo que protegía un corte del día anterior.
Después de que la mujer de aspecto de «Europa del Este «rastró sus dedos enguantados sobre el cuerpo de D., también se mostró muy interesada en mi pelo», escribió D., «y pasó sus dedos a lo largo de mi cuero cabelludo para ver si había algo en mi pelo».
A medida que la mujer policía la tocaba, D. escribió que la mujer dijo: «Disculpe las molestias, señora. Le dije que no lo llamase molestia. «No lo llames de esa manera. Es una humillación». Ella respondió: «Siento que lo vea así». Yo le respondí: ‘»No es así como yo lo veo. Esto es lo que están haciendo. Ustedes humillan a la gente».
«Y entonces, con toda seriedad, ella responde: ‘Bueno, ahora ya sabes lo que nos hicieron en Alemania’. En ese momento estaba de espalda a ella. Me di la vuelta para mirarla. Simplemente la miré encolerizada y le dije: ‘¿En serio? ¿Y qué te produce eso, entonces? Con una cara en blanco respondió: «No lo sé, señora».
Respondí a D. en un correo electrónico: «El control de seguridad, el desperdicio del tiempo, la condescendencia, creo todo eso porque he escuchado testimonios similares. Pero, ¿un comentario tan estúpido? Si algún otro me dijera tal cosa, yo no lo habría creído».
D. contestó: «Yo estaba totalmente sorprendida cuando escuché el comentario, por la forma franca y reveladora que tenía. Y en este punto mi cuerpo se puso contra mí y mis lágrimas ya estaban empezando a fluir, a pesar de mi fuerte tono. Tuve que dar la vuelta y enfrentarme a ella para asegurarme de que no estaba bromeando. Cuando me di cuenta de que estaba hablando en serio, le pregunté qué hice».
El cacheo corporal tomó 20-25 minutos, según la estimación de D. Todavía faltaban 25 minutos para que el avión despegara. El resto del trayecto hasta la puerta fue rápido, incluso la entrega del portátil a otra gente de seguridad a cambio de algún tipo de recibo.
Varios días después de aterrizar en la ciudad donde vive, D. fue al aeropuerto a recoger su portátil. Amigos que conocen acerca de las computadoras revisaron el ordenador portátil y dijeron que sospechaban que los datos fueron descargados, tal vez para un futuro monitoreo.
No recabé ningún comentario de la Autoridad de Aeropuertos de Israel. Ellos sólo darían la respuesta convencional: «Todo se lleva a cabo de acuerdo con las instrucciones de los oficiales de seguridad [lo que significa del servicio de seguridad Shin Bet], de acuerdo con la ley, y lamentamos las molestias causadas al pasajero».
Pero esa no es la razón por la que renuncié a preguntar. Tanto D. como yo tememos la venganza del aparato burocrático de seguridad. Denunciar abiertamente lo que ocurre detrás del escenario en el aeropuerto Ben-Gurion podría se costoso en el futuro de D. Podría ver «denegada la entrada por motivos de seguridad».
Fuente: http://www.haaretz.com/news/features/.premium-1.567157
rCR