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Argentina: Zaffaroni y los propietarios del Holocausto

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Eugenio Raúl Zaffaroni

Dr. Eugenio Raúl Zaffaroni

Por Hersh Zakheim.*

Una de las cuestiones que más inquieta a la DAIA,  es lo que se refiere al trato que reciba el recuerdo del Holocausto. Y aquí es donde Zaffaroni  pisó el cerco,  que la DAIA  pone alrededor de la memoria del Holocausto, memoria cuya propiedad parece pertenecerles.

Zaffaroni afirmó: “Sin una pluralidad de medios no hay información suficiente, y el monopolio u oligopolio de medios es análogo a los autoritarismos de mediados del siglo pasado. En América Latina, en este genocidio por goteo que estamos viviendo, el equivalente de los judíos de la Shoah  son los pibes de nuestros barrios precarios, que están muriendo por miles. Y Televisa, Rede Globo, TV Azteca, lo minimizan”.

La DAIA replicó: “Las expresiones de Zaffaroni son inaceptables. La Shoah no debe compararse con ninguna otra situación… Nunca es aceptable la banalización de la Shoah, y mucho menos cuando proviene de alguien a quien no consideramos ignorante sino todo lo contrario”.

Aquí nadie es ignorante, ni Zaffaroni, ni el vicepresidente de la  DAIA, y disculpen la inmodestia,  tampoco yo.

Pero uno de los tres, está haciéndose el ignorante, veamos entonces quién  y por qué.

En primer lugar,  Zaffaroni no efectúa una  comparación entre el  genocidio actual y la Shoah.

Está claro que a lo que se refiere es a la analogía entre la actitud del monopolio de los medios de mediados del siglo pasado,  época de la Shoah,  y los de la actualidad,  frente al genocidio ejercitado sobre víctimas inocentes,  teniendo en cuenta la actitud de tales medios y no la cantidad  de víctimas o nacionalidad.

Entonces lo que aparece a primera vista es la retorcida interpretación que da el vicepresidente de la DAIA sobre la frase de Zaffaroni, haciéndose el que no entiende algo tan simple,  que solo alguien interesado en desviar la atención  y anular  el valor político de la frase podría malinterpretar.

La frase de Zaffaroni contiene una verdad histórica indiscutible, porque en la época de la Shoah el silencio sobre las matanzas efectuadas por los nazis en los medios de comunicación del Imperio anglonorteamericano era total.

Desde luego, no ignoraban la existencia de los campos de la muerte nazis. Solo que no les convenía molestar a su títere Adolfo Hitler,  de quien necesitaban, que se dedicara tranquilo a armar y lanzar su ejército contra la Unión Soviética y el “comunismo”,  que para eso lo auparon al poder y le dieron su apoyo material y moral.

El partido sionista que ahora se halla en el poder en Israel y en la DAIA argentina colaboró con su silencio durante las matanzas de sus hermanos, pues tenían en común con el Imperio angloyanqui lo mismo que ahora: su amor por el capitalismo, cuyas necesidades políticas compartían, en especial el odio al socialismo.

Y mientras Hitler entregó inútilmente la vida de los 11 millones de alemanes muertos en la guerra para acabar con el comunismo y defender el negocio de los  norteamericanos, estos no dejaban entrar a su territorio a los pocos judíos que podían escapar de Alemania y los mandaban de vuelta a los brazos de su querido Adolfo para no molestarlo en su criminal diversión antisemita, mientras llevaba adelante los planes “serios” de destruir el experimento socialista.

Todo eso,  bajo la mirada comprensiva y silenciosa de los dirigentes sionistas.

Así que ya saben,  quién es el que se hace el ignorante en esta historia.

* Lic. en organización de Empresas Industriales. Politólogo graduado en la ex URSS

Fuente: Kaos En La Red

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Meus queridos primos sionistas

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hondaPor Julio Rudman.

«Os palestinos são os judeus dos judeus» (Eduardo Galeano).

Tínhamos poucos anos. 6,7, 8 (antecedente de um programa de TV imperdível!). Nas esquinas de nosso bairro, ao amparo de árvores miraculosos no deserto verde que é a cidade de Mendoza, saíamos para procurar filhotes de passarinhos, munidos de estilingues. Se os filhotes eran de pombas, melhor. Bicho de porcaria erro de Picasso, Machado, Guillén e associados, como para demonstrar que os gênios também erram.

Procurávamos pedras apropriadas e, geralmente, nossas excursões assassinas terminavam num fracasso absoluto, com os pés descalços nos açudes trocando figurinhas e xingando a professora por alguma bronca considerada injusta.

Lembrei-me destas cenas por causa do vídeo que o governo israelense mostrou, para justificar o assassinato cometido no navio turco, com ajuda humanitária para Gaza.

Meus primos, quase todos, são sionistas. Gosto deles, os amo, talvez. Eles ficaram tristes com a minha adesão militante com o povo palestino. Igual os amo, talvez. Cada vez que nos vemos somos família, somos solidários, suponho que são bons pais, trabalham honestamente, gostam de mim. Com certeza.

Vivem convencidos de que sionismo e judaísmo são sinônimos. Não compreendem como eu, judeu também, admiro a capacidade de síntese de Galeano, ou de Saramago, por exemplo, em relação a este assunto. Seria, então, uma sorte de semita antissemita que não entende a história trágica do, mal chamado, povo escolhido.

Disse, e mantenho, que minha diatribe não é contra Israel. É contra seu governo nazista, discriminador, terrorista, que tem legalizada a tortura e aplica o conceito de «espaço vital» como o fez o Terceiro Reich.

Disse, e mantenho, que ninguém estimula mais e melhor o antissemitismo que Netanyahu e seus capangas.

Disse, e mantenho, que me sinto mais irmão da Tupac e Milagro Sala que dos milicos israelenses que massacram seres indefesos, armados com estilingues e bolinhas de gude, como nós na infância.

Os policiais da nossa infância não eram sionistas, por sorte. Alguns anos depois viraram muito bons alunos de instrutores franceses e israelenses, e sofremos as consequências. Deixaram-nos a céu aberto, nos roubaram nossos meninos, fizeram sumir 30.000 dos melhores. E não foi com estilingues e bolinhas de gudes.

Vários primos queridos pediram para eu não enviar mais mensagens antijudaicas. Minhas mensagens são antinazistas. Tomara que entendam. Mesmo assim, continuo gostando deles.

 3 de junho de 2010

Mis queridos primos sionistas

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honda

 Por Julio Rudman.

«Los palestinos son los judíos de los judíos» (Eduardo Galeano)

Teníamos pocos años. 6,7, 8 (¡anticipo de un programa de TV imperdible!). En las esquinas de nuestro barrio, al amparo de árboles milagrosos en este desierto verde que es Mendoza, salíamos a buscar pichones, munidos de gomeras (hondas se le dice por aquí). Si los pichones eran de palomas, mejor. Bicho de mierda, error de Picasso, Machado, Guillén y asociados, como para demostrar que los genios también pifian.

Buscábamos piedras apropiadas y, generalmente, nuestras excursiones asesinas terminaban en rotundo fracaso, con los pies desnudos en las acequias, cambiando figuritas o puteando a la maestra por alguna reprimenda considerada injusta.
Recordé estas escenas a raíz del video que mostró el gobierno israelí, para justificar el asesinato cometido en el barco turco, con ayuda humanitaria para Gaza.
Mis primos, casi todos, son sionistas. Los quiero, los amo, tal vez. Los entristeció mi adhesión militante con el pueblo palestino. Igual los amo, tal vez. Cada vez que nos vemos somos familia, somos solidarios, supongo que son buenos padres, trabajan honestamente, me quieren. Seguro que me quieren.
Viven convencidos de que sionismo y judaísmo son sinónimos. No comprenden cómo yo, judío también, admiro la capacidad de síntesis de Galeano, o de Saramago, por ejemplo, respecto de este asunto. Sería, entonces, una suerte de semita antisemita que no entiendo la historia trágica del, mal llamado, pueblo elegido.
He dicho, y lo sostengo, que mi diatriba no es contra Israel. Es contra su gobierno nazi, discriminador, terrorista, que tiene legalizada la tortura y aplica el concepto de «espacio vital» como lo hizo el Tercer Reich.
He dicho, y lo sostengo, que nadie fomenta más y mejor el antisemitismo que Netanyahu y sus secuaces.
He dicho, y lo sostengo, que me siento más hermano de la Tupac y Milagro Sala que de los milicos israelíes que masacran seres indefensos, armados con gomeras y bolitas, como nosotros en la infancia.
Los policías de nuestra niñez no eran sionistas, por suerte. Unos años después se hicieron muy buenos alumnos de instructores franceses e israelíes, y así nos fue. Nos dejaron a la intemperie, nos robaron nuestros chicos, se chuparon a 30.000 de los mejores. Y no fue con gomeras y bolitas.
Varios primos queridos me pidieron que no les envíe más mensajes antijudíos. Mis mensajes son antinazis. Ojalá lo entiendan. Igual los quiero.
03-06-2010