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El sionismo tiene sus raíces en el imperialismo, no en la historia judía

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contraPor Alberto Rabilotta.

Este texto es el resultado de una entrevista, precedida de conversaciones en Montreal y Francia, con Yakov Rabkin, profesor de historia de la Universidad de Montreal y autor del libro “Contra el Estado de Israel. Historia de la oposición judía al sionismo”, Editorial Planeta, Buenos Aires, 2008.

Periodista: Cuando vemos el problema del Oriente Medio la tendencia es a analizarlo como un problema específico entre Israel y los palestinos, o a enmarcarlo como un asunto regional, cuando en realidad estamos viendo que “la cola mueve al perro”, o sea que la política de Israel hacia los palestinos está determinando políticas de alcance global del imperialismo y las antiguas potencias coloniales…

Rabkin: Me parece que la situación de Israel hay que verla en términos del contexto mundial y explicar por qué Israel goza de un apoyo tan incondicional de todas las elites internacionales, lo que se manifestó muy bien en el voto unánime (que marcó la entrada de Israel) en la OCDE, unos meses después del ataque a Gaza. Ningún país, ninguno de los representantes de los 30 países que votaron, ni México ni Turquía o Japón, votó en contra ni se abstuvo, lo que quiere decir que Israel representa algo muy importante para el mundo occidental, para las elites del mundo occidental.

Y también hay que ver qué está sucediendo en el interior de la sociedad israelí, porque lo que alcanzó a hacer Benjamin Netanyahu cuando era ministro de Finanzas es convertir lo que era una economía israelí más o menos igualitaria en una economía neoliberal con disparidades económicas tal vez más agudas que las de cualquier otro país de la OCDE, sin que hayan habido huelgas importantes o mucha resistencia. Y la receta no es nueva ni la inventó Netanyahu.

En la sociedad israelí siempre existió el pavor del enemigo exterior, o más bien del “enemigo étnico”, porque muchos palestinos son también ciudadanos israelíes. Es por eso que el gobierno israelí siempre aduce que la más difícil situación económica se explica por las necesidades de seguridad, y es así como en muchos aspectos Israel ha funcionado durante sus 63 años de existencia. Y esto provoca admiración en las elites occidentales.

Asimismo debemos considerar el enorme peso específico de los militares en la sociedad israelí, muy superior al que los militares tienen en cualquier otro país de la OCDE. Y esto simboliza más abiertamente el lazo entre el complejo militar-industrial y los gobernantes. Este lazo también existe en Estados Unidos, pero es menos visible. Por ejemplo, el primer ministro Netanyahu no viene de la institución militar, pero está rodeado de ministros que pertenecieron al Ejército, que fueron generales o coroneles.

Periodista: Hay una fuerte proporción de militares en la estructura de poder de Israel…

Rabkin: Muy alta, en efecto. Sobre todo porque el ejército israelí jubila obligatoriamente a sus oficiales a la edad de 45 años, lo que proporciona un potencial enorme de militares de carrera de 45 años que no tienen problemas económicos porque disponen de una muy generosa pensión del Ejército y pueden ocuparse de otras cosas. Esto crea una capa social muy importante que se vincula con las empresas industriales, que en gran parte también son de seguridad y del complejo militar, y luego esos oficiales retirados entran en el Parlamento…

Periodista: Lo que estás diciendo es que el Ejército es una escuela de formación de cuadros para el sistema israelí.

Rabkin: Exactamente. O como se decía en la ex Unión Soviética, el sindicato es la escuela del comunismo. Hay que incorporar estos elementos en el análisis porque son importantes. Israel, y esto es obvio desde hace tiempo, juega un papel geoestratégico importante como cabeza de puente de los intereses occidentales, junto al Egipto de Mubarak, Jordania, Arabia Saudí, con Marruecos en el Oeste, pero hay que destacar que Israel es el más fidedigno aliado de Occidente…

Periodista: Y en todos sentidos el más europeo…

Rabkin: Exacto, es el único aliado europeo. Pero tampoco debemos olvidar que en Occidente hay simpatía hacia sociedades fundadas sobre el modelo del colonialismo europeo, como son los ejemplos de Estados Unidos, Canadá y Australia. Para las elites occidentales Israel representa la continuación de la tradición de las políticas de usurpación de tierras y de la exterminación de las poblaciones indígenas, porque de cierta manera todos los conquistadores y colonizadores se han comportado como el pueblo elegido. Es por eso que dicen que Israel tiene el derecho específico al concepto de pueblo elegido.

Yo sostengo que la formación de Israel no tiene sus orígenes en el judaísmo ni en la tradición judía, y menos aún en la experiencia de vida de los judíos. Sus orígenes están en el colonialismo británico del siglo 19, en el protestantismo con su lectura literal de la promesa de tierras en la Biblia. No debemos olvidar que la “tierra prometida” de Israel no era única. La idea de que hay “tierras prometidas” para los blancos no es nada nuevo: Tasmania figuró como la tierra prometida para los blancos, Estados Unidos fue la tierra prometida para los blancos, para citar dos ejemplos.

De nuevo subrayo que quienes crearon el sionismo y la ideología que fundó el Estado de Israel estaban en revolución abierta y explicita contra el judaísmo. La justificación que mantenía Ben-Gurión (1) cuando decía que “la Biblia es nuestro mandato para esta tierra”, estaba destinada a un auditorio de religión y cultura protestante. Pero la Biblia también sirvió de justificación para ocupar tierras y desalojar la población local en África del Sur, en Tasmania y en otros lugares. Y por supuesto lo mismo sucedió en América latina.

Periodista: Nos encontramos en medio de una coyuntura de grandes crisis y transformaciones del capitalismo, de grandes reacomodamientos después del desmoronamiento de la Unión Soviética, con la emergencia de nuevas potencias regionales que están alcanzando influencia global, como China, pero también con la emergencia de ambiciones coloniales de países europeos, como demuestra la guerra para efectuar un cambio de régimen en Libia. Parecería que entramos en una nueva etapa de rapiña por territorios, mercados y recursos naturales. Y en este contexto me pregunto en qué medida Israel, con sus políticas hacia los palestinos y su desprecio de las leyes internacionales –que se manifiesta en el uso masivo de su poderío militar y las ejecuciones de oponentes- no constituye desde hace tiempo el laboratorio de esta nueva era de rebatiña de tierras, mercados y recursos naturales que está manifestándose en varias regiones del mundo. Israel contraviene las leyes internacionales y los derechos humanos universales con total impunidad y al desnudo, sin tapujos, y suscita la admiración de las elites occidentales.

Rabkin: Hay que resaltar que es muy paradójico, porque Israel fue el último en llegar a la cola del colonialismo, y además este colonialismo israelí se presentó como formando parte de una lucha de liberación nacional, aprovechándose de los 14 principios del presidente Woodrow Wilson (2), pero al mismo tiempo Israel sirve de vanguardia de la nueva etapa, que confronta los países blancos, de origen europeo, a los demás países.

Israel ha influenciado la política estadounidense, pero no en el sentido de la influencia del cabildeo sionista sobre el Congreso de Washington, y tampoco en el sentido del “complot judío” y todo lo demás. La influencia que Israel ejerce sobre Estados Unidos se debe a que proporcionó el ejemplo de cómo se pueden manejar la política exterior y militar, y desde los sucesos del 11 de septiembre del 2001 Washington está haciendo exactamente lo que Israel venía haciendo desde hace tiempo y bajo la crítica anodina de Estados Unidos.

Por ejemplo, tenemos la práctica que los israelíes califican de “targeted assasinations” (opositores marcados para ser asesinados), que no era una práctica reconocida en Estados Unidos, porque nunca reconocieron si habían asesinado o intentado asesinar a un opositor. Ahora han incorporado abiertamente esa práctica, como muestra el ejemplo reciente de Osama bin Laden, un caso típico porque el individuo estaba en la cama, desarmado y pudo ser detenido sin ningún problema, pero lo mataron a la manera israelí, como un “targeted assasination” israelí.

Y fue así porque a Washington nunca le interesó juzgar a Bin Laden, sino matarlo. Esta impunidad con la cual Estados Unidos está actuando al atacar objetivos en países soberanos me parece resultado del ejemplo israelí, y es interesante ver que cuando el gobierno estadounidense expresó algunas críticas hacia el gobierno egipcio de Mubarak, al principio de la movilización popular que finalmente logró derrocarlo, en Israel se oyeron voces influyentes que criticaban a Obama porque estaba “traicionando los valores occidentales”. ¡Miremos quiénes estaban hablando! ¡Y también lo dijo el rey de Arabia Saudí, otro “pilar” de los valores occidentales!

Estados Unidos se convierte en discípulo de Israel en lo tocante a las relaciones con los países árabes, y sabemos que Israel ha servido de modelo para formar a marines estadounidenses en la base militar de Okinawa (Japón), que Israel exporta la competencia de seguridad al mundo entero, y de veras son muy buenos en lo que deviene cada vez más importante para las sociedades occidentales: control de la población, control de grupos disidentes o enemigos.

El hincapié sobre la violencia ha sido la práctica más corriente de toda la historia del movimiento sionista desde antes de la existencia del Estado de Israel. Desde que los sionistas llegaron a Palestina crearon los hechos con métodos violentos. Después de la Segunda Guerra Mundial los países occidentales, por varias razones y entre ellas la descolonización y la Guerra Fría, por momentos abandonaron esa práctica. Pero Israel nunca la abandonó y de cierta manera preservó el “impulso” occidental de ocupar, destruir e imponerse.

Si durante una época los occidentales se sintieron incómodos en hacerlo abiertamente, sobre todo porque en un contexto de Guerra Fría debían hacer como que jugaban el papel de “descolonización” y sus etcéteras para no “perder” África o América latina frente a los soviéticos, ahora ya no tienen necesidad alguna de seguir restringiendo el uso de la fuerza y la violencia.

Periodista: La existencia misma de un “campo socialista” frenaba ciertos tipos de acciones o de comportamientos en las relaciones internacionales…

Rabkin: Cierto. Pero en alguna medida se preservó en un lugar muy pequeño, como Israel, el “virus” occidental del uso de la fuerza para someter o colonizar a otros pueblos, y ahora ese virus está propagándose. No es de origen israelí ni de origen judío, es de origen europeo y fue muy bien preservado en Israel, que fungió como hospedante de valores occidentales que son tan agradables al rey de Arabia Saudí, quien los está aplicando con la represión en Bahrein.

Periodista: El sistema capitalista enfrenta ahora problemas internos de funcionamiento que son casi insolubles en el contexto del desarrollo alcanzado en esta etapa de avances tecnológicos de globalización de las economías y de dictadura del capital financiero. Los graves problemas del desempleo, la exclusión social para la mayoría de los jóvenes y la baja de los niveles de vida de los trabajadores, jubilados y las clases medias no pueden ser resueltos en el sistema actual, sin hablar de los problemas del cambio climático y la destrucción del medio ambiente, entre otros problemas más que amenazan el futuro de la humanidad, y en este contexto que apunta a movilizaciones e insurgencias populares, como estamos viendo en España y vimos en Egipto, Túnez y otros países del Oriente Medio, da la impresión de que los países occidentales recurrirán cada vez más a formas de opresión, al autoritarismo o el totalitarismo, y en ese sentido las prácticas internas y externas de Israel parecen ser un “ejemplo útil” para esos países.

Rabkin: Son muy útiles y en realidad Israel recurrió a la violencia desde su origen, mientras que en países como Canadá se perdió esa determinación de usar la violencia contra su propio pueblo. Pero esa determinación está renaciendo, como vimos durante la reunión del G20 en Toronto (2010), se usó la violencia más allá de los límites que conocíamos en países tan pacíficos como Canadá.

Podemos ver la vinculación en la cooperación que en materia de seguridad tiene Canadá con Israel, una vinculación que es bien visible aun con un África del Sur pos-Apartheid, como fue el caso durante la Copa Mundial de Fútbol. Las compañías israelíes de seguridad ganaron la licitación para la seguridad de ese evento en un país en el cual las disparidades económicas han aumentado después de la caída del Apartheid, lo que de por sí explica que en África del Sur hayan multiplicado por cuatro el número de policías. Hay que controlar esta población afectada por el crecimiento de las disparidades económicas, y el problema es el mismo aunque el gobierno sea blanco, negro o amarillo.

Y seguramente veremos lo mismo en otros países, e Israel está en una muy buena posición para vender competencias y equipos, para enviar instructores en materia de represión y control de la población, porque este es el producto número uno de exportación de Israel.

Y nuevamente, Israel ha funcionado como un laboratorio donde se puso en el refrigerador lo que durante décadas no se podía mostrar, y que ahora se saca del refrigerador para usarlo. Israel ha servido no solamente de laboratorio sino de depósito de algo que tenía que ser escondido, que olía mal. Y ahora está exportando algo maloliente que es de origen europeo pero que durante algunas décadas los occidentales por diversas razones no pudieron o se atrevieron a utilizar.

Periodista: En efecto hasta los 60 la brutalidad de los países colonialistas contra las poblaciones civiles en África, Asia y otras partes del mundo eran noticia cotidiana en los diarios, como yo mismo recuerdo. Luego vino la ola de descolonización que junto a la existencia de la Unión Soviética permitió contener parte de esa brutalidad, pero ahora con la desaparición de la Unión Soviética y China en la vía capitalista y participando de alguna manera en la carrera por apropiarse de los recursos globales, es evidente que esas prácticas han vuelto a formar parte del arsenal de Estados Unidos y sus aliados europeos, y quizás hay que ver el caso de Israel en ese contexto…

Rabkin: Hay una evolución en esa dirección. Pero también tocaste aspectos internos que conciernen a esas sociedades occidentales. Debido a la lucha por la descolonización el racismo olía mal y no podía ser mostrado ni aceptado públicamente, pero ahora resulta que ya no huele tan mal. Estamos regresando a una realidad y a un discurso étnico-racista, exclusivista, religioso, islamofóbico, y las formas que asume depende de la sociedad, pero lo que es indudable es que la derecha étnica y racista va ganando más popularidad, como se ve claramente en Europa, en Estados Unidos y en Canadá.

El hecho de que un pastor protestante en Estados Unidos quería quemar el Corán demuestra la insatisfacción económica de las capas sociales inferiores está siendo canalizada hacia el enemigo étnico-religioso, que es siempre imaginario, como sucedió en el caso extremo de los nazis que decían que los judíos estaban controlando el mundo y que por eso había que exterminarlos.

Este fue un caso extremo, pero lo que no es un caso extremo y lo que el fundador de Israel Theodor Herzl sabía muy bien, es que hay que erigir una muralla para proteger los intereses occidentales, y lo dijo abiertamente. Y también hay que recordar que Chaim Weizmann, el primer presidente de Israel que anteriormente fue un activista del movimiento sionista, en gran parte influenció a Arthur Balfour cuando éste era Secretario de Relaciones Exteriores (1917) de Gran Bretaña.

Para convencer a Balfour de que el sionismo era algo bueno para el imperialismo británico, Weizmann usó entre otros el siguiente argumento: el sionismo atraerá a muchos judíos, porque si no los atraemos serán muy activos en el movimiento socialista y comunista, lo que era verdad. Esto se refleja en la carta de Balfour a Walter Rosthchild, porque a veces se nos olvida que la Declaración de Balfour fue en realidad una carta a Rosthchild.

Desde sus orígenes el sionismo sirvió a los intereses del imperialismo y hay hechos concretos para probarlo. Había intereses de clase muy concretos y eso concuerda con el esquema general de que siempre el nacionalismo étnico ha permitido a las clases dirigentes controlar la población y canalizar el descontento en una dirección que no perjudique los intereses de las clases dirigentes, No es nada nuevo, pero funciona muy bien.

Israel siempre ha funcionado de esta manera y nunca pasó a la época de valores liberales de igualdad de derechos para todos. Hasta casi mediados de los años 60 los palestinos que habitaban en el Estado de Israel estaban bajo un régimen militar, con un toque de queda que no les permitía circular después de las 18:00 y siendo general Ariel Sharon autorizó matar a palestinos que por razones diversas no podían regresar a sus casas antes de las seis de la tarde. Israel funcionó así con plena admiración de la izquierda socialdemócrata europea.

Es muy fácil echarle la culpa exclusivamente a los partidos de derecha. El papel de la izquierda socialdemócrata en el desenvolvimiento de la política de Israel hasta llegar a su estado actual es muy importante. Hasta hoy el Partido Laborista de Israel es miembro de la Internacional Socialista. Y me parece que hay una responsabilidad de la izquierda europea, que ya casi no existe pero que existía en los años 50 y 60 y que defendía y admiraba a Israel mientras ignoraba completamente la expulsión de los palestinos árabes en 1948, el toque de queda hasta los años 60 y otras cosas más. Esa izquierda se despertó en 1967.

Pero en la guerra de 1967, y aun con la ocupación de los territorios que provocó tanta emoción, Israel se comportó de manera mucho más moderada que en 1948, cuando hizo expulsiones masivas de palestinos, mató a palestinos y destruyó sus casas. En el caso de la guerra de 1967 tomó bastante tiempo para que se aplicara el derecho para los israelíes europeos de colonizar las tierras que quisieran en los territorios ocupados.

El Estado israelí muestra el camino de cómo se puede encontrar o crear el enemigo interno y externo para poder neutralizar -en nombre de la seguridad y lucha contra el terror – cualquier oposición a las políticas internas o externos de los gobernantes.

Periodista: Se ha borrado bastante de la memoria histórica que el racismo de los nazis existía simultáneamente, a veces en proporciones importantes, en la mayoría de las sociedades occidentales, en Europa y América del Norte…

Rabkin: Se habla mucho del papel de Estados Unidos en la lucha contra los nazis y por la libertad, pero durante la segunda Guerra Mundial y hasta más tarde las unidades militares estadounidenses estaban segregadas, los blancos por un lado, los negros y amerindios en el otro, para hablar claramente, y la segregación en la sociedad estadounidense coexistía con una política exterior favorable a la descolonización. Y también debemos recordar que el antisemitismo, el antigitanismo, el antiislamismo, todo eso es parte de la tradición de intolerancia y arrogancia europea, que se manifestó desde el conquistador Hernán Cortez hasta los peregrinos británicos que a partir del siglo 16 se instalaron en Estados Unidos, Australia y otras regiones. Por todos lados fue lo mismo.

El hecho de que en los años 60 y 70 hubo una “pausa” en esta continuidad de intolerancia y arrogancia eurocentrista se debe en parte a que la Guerra Fría abrió una ventana que está cerrándose. El multiculturalismo que se practicó durante esas dos o tres décadas ha sido declarado por los gobernantes del Reino Unido, Alemania, Suecia, Holanda, Francia y otros países como un fracaso y una política que se debe abandonar. Todos estos países van en la misma dirección porque hay estas disparidades económicas internas, hay más desempleo y exclusión, y hay que encontrar rápidamente el chivo expiatorio.

Periodista: Hablando de chivo expiatorio. Para quien lee algo de lo que publica la prensa israelí, y yo no leo las publicaciones de los colonos y extremistas (3), lo increíble es ver que se habla sin tapujos en términos racistas, que se reivindica el eugenismo. Para quien hemos leído un poco la historia de los siglos 19 y 20 es casi inimaginable ver que ideas fascistas, racistas, están circulando en grupos influyentes de la sociedad israelí. ¿Cómo interpretar esto?

Rabkin: En gran parte el multiculturalismo y los valores liberales que se implantaron después de la segunda Guerra Mundial vienen de una interpretación del genocidio nazi, y esta interpretación sugiere que para evitar este tipo de tragedias hay que respetar los derechos humanos independientemente de la raza, religión, etcétera. De ahí la Declaración de los Derechos Humanos de Naciones Unidas de 1948.

Y estas reglas fueron bastante bien respetadas. Pero no es la única interpretación del genocidio nazi. También se puede interpretar el genocidio nazi de otra manera, de que desgraciadamente en ese entonces los judíos éramos muy débiles y que por eso nos mataban. Y en consecuencia debemos ser más fuertes para que esto no vuelva a suceder. Conceptualmente no hay contradicción, se trata simplemente de efectuar un cambio de papeles, de cambiar la correlación de fuerzas.

Esto lo escribí en un diario alemán para el día del 60 aniversario de Israel, diciendo que Alemania aprendió la lección y fundó una sociedad liberal, democrática, progresista, mientras que Israel aprendió oficialmente la segunda lección, de que tenemos que ser fuertes para defendernos, sin fiarnos en los principios liberales, democráticos y pluralistas.

Una visión muy cínica, que es entendible. Y por eso no me sorprende que en los círculos de la derecha israelí se maneje hoy el eugenismo. Siempre se manejó el eugenismo. Hay que entender que en política interior de Israel la integración de los judíos árabes o árabes judíos de países musulmanes, los sefardíes, se hacía con muchísima dificultad porque no eran europeos. La discriminación contra los no europeos dentro de la sociedad judía de Israel ha sido enorme. Hay toda una literatura sobre eso y no es nada nuevo.

También, por ejemplo, desde que se comenzó a construir el país se habló de “material humano”, del “buen material humano”, del “menos bueno material humano”. Hay que entender que en los años 30 el eugenismo sobrevivió en la sociedad sionista que existía en Palestina. Hay libros que podemos citar, y que cito en la versión más reciente de mi libro, hay artículos de Raphael Falk, quien escribe sobre el eugenismo en la historia sionista. Esto no es algo nuevo y por eso no me sorprende que ahora se hable así en círculos israelíes.

Nuevamente, lo que fue prohibido, mal visto y olía mal en el mundo occidental, se conservó bastante bien en la sociedad israelí.

Periodista: Lo que muestra una contradicción absoluta e irreconciliable del sionismo con la esencia misma del judaísmo…

Rabkin: Los sionistas siempre han dicho que el sionismo es una revolución contra la tradición judía, contra el pasado judío, y una revolución es evidentemente ruptura, es negación. Vladimir Lenin nunca pretendió que su legitimidad reposaba en el hecho de que era nieto de los Romanov. Su legitimidad era la revolución. Para mí es muy cómico ver que Netanyahu, quien es una persona perfectamente laica, que transgrede uno de los 10 mandamientos, basa su argumentación para la ocupación y expansión territorial de Israel en el derecho divino. Como también fue el caso de Ben Gurión, quien era ateo.

Me sorprende que el apoyo que Occidente da a Israel, sobre todo en Estados Unidos, provenga en gran parte de los sionistas cristianos, que en Estados Unidos son 50 millones de personas, casi cuatro veces más que la totalidad de judíos en el mundo, unas 13 millones de personas.

Hay una continuidad entre el protestantismo de los siglos 18 y 19 y el sionismo de hoy día. Mientras que hay una ruptura entre el judaísmo del siglo 19 y el sionismo. Me parece una evidencia que tratándose de un régimen revolucionario, en el caso del sionismo, no existe continuidad con el pasado.

Periodista: El sionismo abandonó los principios morales del judaísmo, que impregnan los del cristianismo e islamismo, pero estos principios fueron desde el siglo 19 y siguen siendo actualmente parte del sustento moral de las ideas socialistas, lo que a mi parecer explica las simpatías y la participación activa numerosos judíos en los movimientos obreros y revolucionarios desde el siglo 19 en adelante. Dicho de otra manera, era posible transferir a nivel de la realización social los principios morales provenientes de la religión judía…

Rabkin: Cierto, hubo sionistas que eran atraídos por ese tipo de sionismo, como Albert Einstein y Martín Buber, y en su mayoría eran judíos alemanes, que en Israel son considerados como muy inocentes. Es interesante destacar que ningún judío alemán, con todo el enorme papel que han jugado en la construcción de la industria israelí, el sistema judicial y la cultura israelí, ningún judío de origen alemán jugó un papel importante en la política israelí, que ha sido un terreno exclusivo para judíos ruso-polacos, o sea para los judíos del antiguo imperio ruso, que incluía Polonia y los Estados Bálticos.

Quienes verdaderamente crearon la sociedad israelí, los Ben Gurión, Weizmann, tenían una visión revolucionaria en el sentido de que había que imitar a quienes perseguían a los judíos. Vladimir Jabotinsky (4) por ejemplo, admiraba a Benito Mussolini, y hay que entender que en los años 30 del siglo pasado hubo instancias de colaboración entre el régimen nazi y las organizaciones sionistas para organizar granjas de formación para el movimiento sionista en Alemania, y que fue Adolf Eichmann (5) quien estaba a cargo de formar los sionistas que partirían a Palestina.

Esto demuestra que hay cierta compatibilidad conceptual y que ambos eran guiados por valores liberales prácticos, estos son los puntos comunes. Otra vez, no hay que exagerar, no hay que comparar o pensar que Israel se comporta como la Alemania nazi, lo cual sería absolutamente falso, pero hay que entender que hay compatibilidades conceptuales entre las lecciones que los sionistas que fundaron Israel sacaron de la segunda Guerra Mundial, y lo que se practicó durante un tiempo en Europa, un tiempo que está terminando…

Notas

1.- David Ben Gurión, el primero en ejercer –a partir de mayo de 1948- la función Presidente del Consejo de Estado Provisional y de primer ministro de Israel.

2.- Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos de 1913 a 1921 y autor de los “14 principios” que fueron la base del Tratado de Versalles de 1919 que puso fin a la primera Guerra Mundial, entre ellos el principio de la autodeterminación de los pueblos.

3.- Para ejemplo ver los siguientes portales: http://www.israelnationalnews.com/ ; http://www.israel7.com/ ; http://www.youtube.com/watch?v=2U92n1DRR7g

4.- Vladimir Jabotinsky, nacido en Ucrania y fundador del grupo sionista Irgún, que utilizó métodos terroristas contra los ocupantes británicos y la población palestina.

5.- Adolf Eichmann, oficial nazi directamente implicado directamente en los planes de exterminación de los judíos.

La Vèrdiere, Francia.

Fuente: Alainet.org

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¿Cómo olvidaron tan pronto?

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palestinaHalt

Recorro el camino que recorrieron cuatro millones de espectros.
Bajo mis botas, en la mustia, helada tarde de otoño
cruje dolorosamente la grava.

Es Auschwitz, la fábrica de horror
que la locura humana erigió
a la gloria de la muerte.

Es Auschwitz, estigma en el rostro sufrido
de nuestra época.
Y ante los edificios desiertos,
ante las cercas electrificadas,
ante los galpones que guardan toneladas de
cabellera humana
ante la herrumbrosa puerta del horno donde
fueron incinerados
padres de otros hijos,
amigos de amigos desconocidos,
esposas, hermanos,
niños que, en el último instante,
envejecieron millones de años,
pienso en ustedes, judíos de Jerusalén y Jericó,
pienso en ustedes, hombres de la tierra de Sión,
que estupefactos, desnudos, ateridos
cantaron la hatikvah en las cámaras de gas;
pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso
camino desde las colinas de Judea
hasta los campos de concentración del III Reich.
Pienso en ustedes
y no acierto a comprender
cómo olvidaron tan pronto
el vaho del infierno.

 

Luis Rogelio Nogueras (Biografía: http://www.cubaliteraria.cu/autor/luis_rogelio_nogueras/bio.htm)

Lectura de Silvio Rodríguez en su recital en la República Dominicana.

Ser judía en Palestina

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Israeli settlers walk along al-Shuhada s

Por Beth Miller.

Se lo dije primero a Safa e Imad. Buenos amigos, vivían cerca en el Campo de Refugiados Aisa y me invitaban a almorzar todos los viernes. Sabía que eran musulmanes religiosos.

Imad me había dicho que los soldados israelíes mataron a su hermano durante la segunda intifada. Pero el tópico de religión y política estaba sobre la mesa, y me pareció oportuno decírselo. Tenía miedo. Sabía que estaba hablando con amigos, pero tenía la imagen de pesadilla de que arrojarían al aire el plato de arroz con pollo, arrancarían el vaso de té azucarado de mi mano y lo estrellarían contra la pared, gritando: “¡Fuuuuuera!”

Respiré profundamente. “En realidad soy judía. Siempre pensé…” ¿Quién puede recordar lo que dije después? Terminé mi frase. Safa tomó mi vaso y volvió a llenarlo. Imad dijo que quería decirme tres cosas. Primero, hay muchas similitudes entre judíos y musulmanes. Segundo, que comprende la diferencia entre una persona judía y el ejército israelí. Tercero, que era una vergüenza que todavía no hubiera ido a ver más sitios sagrados judíos en Jerusalén.

Es formidable ser judía en Palestina.

En el puesto militar de control entre Belén y Ramala detuvieron mi taxi colectivo. El soldado jaló bruscamente la puerta y miró al interior. Había un anciano en el asiento delantero, tres viejos en la fila del medio y en el asiento trasero estábamosd un empresario, un adolescente y yo. El soldado pidió la identificación al adolescente y le indicó que descendiera del coche. Lo colocaron en un banco entre otro soldado y un perro del ejército. El soldado dijo al conductor que siguiera adelante. Mientras nos íbamos, dejando atrás al muchacho, vi a un tercer soldado, demasiado flaco para su uniforme, que caminaba hacia el puesto de control sujetando dos trozos de matza. Los dejó caer, y cuando se agachó para recogerlos se le cayó su M16, golpeándolo en la cara.

Es extraño ser judía en Palestina.

Estuve en un complejo militar del ejército de Israel. Estuve allí porque fui a una manifestación. En Cisjordania, las manifestaciones son ilegales. Los muchachos que estaban cerca fueron detenidos por lanzar piedras. Esposas de plástico maniataban sus manos. Cuando cortaron las del muchacho de mi izquierda hicieron falta dos soldados para introducir el cuchillo entre la cuerda de plástico y su piel. Cuando por fin la rompieron, sus muñecas estaban magulladas y sangrando. Comencé a hablar en árabe con la mujer que estaba a mi derecha, hasta que un soldado gritó “¡Sheke t!” Abrí la boca y volví a cerrarla, justo antes de terminar su frase como yo la había aprendido en la escuela hebrea: con una canción “ b’vakasha — ¡hey!” y luego una fuerte palmada.

Es frustrante ser judía en Palestina.

Mostramos nuestros pasaportes a los dos jóvenes soldados. ¿De qué parte de EE.UU. provenía? ¿Chicago? ¡Go Bulls ! Nos devolvieron los pasaportes. Mis amigos y yo caminamos hacia H2, la sección de Hebrón con la mayor concentración de colonos.

Primera impresión: Lejano Oeste. A la hora señalada. Imaginé a un cuervo graznando, un buitre sobrevolando; pelotas de matojos rodando por Shuhada Street, chocando contra la barrera de hormigón que bloquea la pequeña parte del camino por el que permiten que transiten los palestinos. Busqué mi cinturón, medio esperando encontrar un revólver de seis tiros. Nada. Pero el joven colono que corría con un cochecito de niño y portaba un yarmulke arcoíris llevaba un M16 colgado al hombro.

Volví a mirar a los soldados. Uno estaba apoyado en un muro, absorbiendo el sol. El otro iba hacia el joven palestino.

Más lejos en la calle, otros dos soldados nos miraron mientras caminábamos. Uno de ellos nos silbó. Seguimos caminando. Otros soldados estaban en la esquina siguiente, de pie, alertas, con las manos en sus armas. Miré hacia arriba y vi más soldados en los tejados mirando hacia abajo. Uno saludó. En Hebrón hay unos 4.000 soldados del ejército para proteger a 500 colonos israelíes.

La calle estaba bordeada de tiendas. Todas las fachadas de las tiendas estaban soldadas. Muchas pintadas con espray con una Estrella de David, una menorah o la bandera israelí. Mi amiga señaló que eran tiendas palestinas que habían sido clausuradas por los colonos o los soldados.

Pensé en el palestino que acababa de encontrar, quien me contó que su hijo fue cegado por un colono que le lanzó ácido a la cara cuando iba al colegio. Y nos dijo que frecuentemente tuvo que cerrar su negocio cuando los colonos judíos lanzaban botellas llenas de orina desde arriba hacia el mercado palestino.

Estrellas de David. Por doquier. En las tiendas, en las puertas, en los muros, en ventanas, en banderas, en camisas. Pasamos un letrero que explicaba –en hebreo e inglés– que estábamos en un área de Hebrón “libre” de árabes.

Es un sentimiento horrible ser judía en Palestina.

Original en Inglés: Being a Jew in Palestine, Joys and Frustrations of Working in West Bank

Acerca de la autora: Beth Miller egresó en 2010 de Macalester College y ha estado trabajando con una organización de derechos humanos en Cisjordania durante el último año y medio. Será candidata a una maestría en derechos humanos en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos en este otoño. Otros de sus escritos pueden encontrarse en Mondoweiss.net. En Twitter @Bloomiebam

Beth Miller, Group 194 / Rebelión (Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens)

Fuente: http://www.palestinalibre.org/articulo.php?a=38571

Los medios no muestran: Rabinos se manifiestan contra el régimen israelí

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othodox-jews-2

Centenares de rabinos se han congregado este jueves ante la sede de la Unión Europea (UE) en Bruselas, capital de Bélgica, para denunciar que el régimen de Israel reprime a los judíos antisionistas.

A pesar de que este acto se considera la más grande y sin precedentes concentración de rabinos en los países europeos, la presión de los lobbies sionistas hizo que los medios de comunicación mantuvieran el silencio y ninguno de ellos cubriera la reunión de más de un millar de líderes judíos europeos.

Los rabinos criticaron que el régimen israelí, aprovechándose del Judaísmo, pretende promover sus objetivos expansionistas en Palestina y otros puntos de la región.

Agregaron que, para ellos, el enfoque del régimen de Israel es el mismo del nazismo, de manera que utiliza a la religión para obligar a todos los jóvenes a unirse al ejército.

Los rabinos, en esta protesta, tras rechazar cualquier política del régimen israelí basada en la fuerza y la ocupación de la tierra palestina, declararon su inocencia ante las políticas del régimen de Tel Aviv hacia Palestina, Irán, Siria y la Resistencia.

De acuerdo con ellos, el sionismo es un movimiento político construido sobre la distorsión de la Torá y la religión judía.

Fuente: argenpress/OICP

Foto: http://www.worldbulletin.net/?aType=haber&ArticleID=112269

Ilan Pappé: La solución de un solo Estado, la unidad palestina y el bloqueado “proceso de paz”

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ilanEntrevista de Nigel O’Connor.

El trabajo del profesor Ilan Pappé, propugnador de un boicot internacional contra Israel y del establecimiento de un solo Estado para israelíes y palestinos, ha recibido elogios así como duras críticas en círculos académicos y políticos.

Las críticas no son sorprendentes, en vista de que el trabajo de Pappé ha tratado de cuestionar las verdades aceptadas de un país dividido. Finalmente lo llevaron a verse obligado a renunciar a su puesto en la Universidad de Haifa en 2007.

El destacado académico israelí, que ahora enseña en la Universidad de Exeter en el Reino Unido, presenta la historia del Estado de Israel de una manera que engloba la narrativa del pueblo palestino, una ambición audaz en una sociedad en la cual militarismo, nacionalismo y religión son potentes fuerzas unificadoras.

Los últimos meses hemos visto un período intenso de actividad diplomática dirigida por EE.UU. entre Washington, Jerusalén y Ramala, mientras el presidente Obama trata de reiniciar negociaciones directas entre lod dirigentes de Israel y Palestina. No obstante, las perspectivas de paz siguen siendo tan poco alentadoras como desde el inicio de la Segunda Intifada hace más de una década.

Al Jazeera y el profesor Pappé hablaron del paralizado “proceso de paz”, de la unidad palestina y de los éxitos del impulso por una solución de un solo Estado.

¿Cómo evalúa los recientes esfuerzos del Secretario de Estado de EE.UU. John Kerry para reiniciar las negociaciones entre israelíes y palestinos?

Hay muy pocos motivos para suponer que esto abra un nuevo capítulo en la historia del proceso de paz en Palestina. Las razones básicas de la falta de avance desde 1993 no han cambiado. Israel, bajo cualquier gobierno sionista, cuando habla de “paz” quiere decir una partición de Cisjordania en un área judía y otra palestina, e incluso la más cooperadora, o sumisa, dirigencia palestina no podría estar de acuerdo con algo semejante. Y para colmo, las demandas israelíes significarían renunciar, más o menos, al derecho de retorno. Todos los gobiernos de EE.UU. han buscado maneras de persuadir a los palestinos para que acepten este dictado; Kerry no es diferente.

¿Piensa que EE.UU. cree realmente en la probabilidad de la solución de dos Estados?

No, pienso que EE.UU. no tiene ninguna estrategia con respecto a Israel y Palestina, solo tácticas. La estrategia, si lo fuera, se formuló alrededor de 1968, durante el gobierno Johnson, y fue una política de ignorancia intencional de las acciones unilaterales de Israel, en particular en Cisjordania. El discurso estadounidense e israelí sobre dos Estados se hizo uno: permitir a los palestinos, dependiendo de su “buena conducta”, un régimen propio en las áreas palestinas densamente pobladas. Buena conducta significaba renunciar a cualquier demanda futura.

¿Cómo ve la posibilidad de que los palestinos logren sus ambiciones nacionales y cuáles son las opciones que tienen?

En vista del actual equilibrio de fuerzas local, regional y global, hay muy pocas esperanzas de que los palestinos realicen sus esperanzas nacionales en un futuro cercano. Sin embargo, los grandes cambios que están ocurriendo en la región, el drástico vuelco de la opinión pública mundial en su apoyo, las crisis económicas globales y los posibles cambios del equilibrio de las fuerzas internacionales abren todos opciones de una actitud global distinta respecto a Israel, tal vez… de una manera parecida a la Sudáfrica del apartheid. Con el fin de aprovechar semejantes posibilidades, las cuestiones de la representación y la unidad palestina se debería resolver rápidamente, de otra forma se perderían esas futuras oportunidades. Sobra decir que, por el momento, es la determinación palestina, a veces a un nivel muy individual, lo que impide que se desarrolle una catástrofe total.

El arte de la resistencia palestina

¿Cómo evalúa la posibilidad de que ocurra otra Intifada palestina, en vista de la situación política y militar actual en los territorios ocupados?

Como bastante grande. La desesperación puede conducir, por cierto, a una especie de parálisis o a la falta de un impulso para rebelarse. Pero ahora, cuando una tercera generación ha nacido en la megaprisión que Israel construyó en los territorios y la política de las colonias israelíes y sus colonos es más extremista, brutal e inhumana de lo que era antes, siempre existe el escenario para una explosión a pesar de todas las adversidades.

¿Cómo caracteriza la naturaleza de la Autoridad Palestina y su papel en el conflicto?

Existen dos aspectos en la AP. Por una parte, es la reguladora de la vida en Cisjordania (como Hamás en Gaza), y como tal se ocupa de una especie de normalidad dentro de la megaprisión que Israel construyó en Cisjordania. Por otra parte, es un instrumento en manos de Israel para asegurar la tranquilidad y la complacencia en dicha megaprisión. La AP se presenta, y la presentan, como el único socio posible de las negociaciones, pero pienso que ese papel ya está erosionado. La historia juzgará cómo semejante autoridad puede navegar entre las dos funciones que Israel y la ‘comunidad internacional’ esperan que cumpla.

¿Cómo ve el futuro de la Autoridad Palestina? ¿Puede seguir existiendo si quebrara con EE.UU. e Israel, y sería posible considerando sus arreglos de financiamiento?

No puede existir fuera del marco de la Pax Israelí y la Pax Americana. Por cierto, ambas no tienen nada que ver con la paz, sino más bien con una relativa conformidad de la población local con su encarcelamiento en Cisjordania. Si se desmantela unilateralmente, pasarían dos cosas: un período de un vacío caótico y una presión sobre todos los afectados para encontrar un marco diferente para una solución.

¿Existen divisiones entre las principales facciones políticas de Palestina de tal dimensión que no pueden presentar un frente coherente, en mayor detrimento de su causa nacional?

Por supuesto el faccionalismo ayuda a los israelíes a implementar constantemente sus políticas. El tema de la representación de los palestinos es algo que el pueblo palestino tendrá que resolver más vale pronto que tarde. Es lo más urgente en la lucha general por la paz y la justicia en Palestina.

¿Se considera partidario de la solución de un Estado?

Sí, lo soy. Creo que un solo Estado es la única solución justa y funcional del conflicto. Creo que cualquiera que esté más de cinco minutos en el terreno en Cisjordania se da cuenta de que no hay sitio para un Estado palestino independiente. Y además, cualquiera que reflexione un poco más profundamente sobre las razones del conflicto comprende que solo un órgano político semejante podría responder a todos los aspectos de dicho conflicto: el desposeimiento de los palestinos en 1948, la discriminación de los palestinos en Israel y la ocupación de Cisjordania y de la Franja de Gaza.

¿Cómo evalúa el éxito de la campaña por la solución de un Estado?

El principal éxito de la campaña fue ofrecer una nueva conversación sobre una alternativa. Sus aspectos más fuertes son que se relaciona mucho mejor con la realidad que se desarrolló en Palestina desde finales del siglo XIX, donde ahora tenemos una tercera generación de colonos que no lograron vaciar el país que invadieron, y ambos lados tienen que replantear su relación sobre esta base mutua: no es posible librarse de los colonos ni de la población nativa.

Su segunda ventaja es el fracaso total, después de más de 65 años, del intento de dividir Palestina en varias formas y disyuntivas como la mejor solución. Ahora sabemos que no va a funcionar y que hay que encontrar una alternativa.

Su desventaja es que todavía no es un movimiento popular y no ha logrado avances y estructuras de poder en las instancias políticas de ambos lados. Además, ‘la comunidad internacional’ y el mundo árabe no apoyan esta idea, aunque pienso que la opinión pública en el mundo y en la región la apoyan de todo corazón.

¿Cómo se puede realizar un objetivo semejante si en gran parte está limitado a círculos intelectuales, mientras parece contar con poco apoyo entre los palestinos o israelíes comunes y corrientes?

El poder de esas ideas reside en dos proyectos: uno de trabajo intensivo que ha comenzado a diseminar la idea entre los que ya forman parte de organismos representativos, especialmente entre los palestinos y entidades externas. El segundo: que existe la necesidad de mostrar, aunque sea teóricamente en este momento, cómo sería la vida en todos sus aspectos dentro de un organismo político.

¿Cómo caracteriza la actitud del establishment político israelí en el logro de sus objetivos en los territorios palestinos, y qué piensa que constituyen estos últimos?

Los objetivos actuales no son diferentes de los establecidos por el movimiento sionista desde muy temprano, cuando apareció en Palestina: tener tanto de Palestina como fuera posible con tan pocos palestinos como fuera posible. Las tácticas cambian continuamente. En 1948 se logró por medio de la limpieza étnica; hasta 1967 imponiendo el régimen militar a la minoría palestina en Israel; después de 1967 encarcelando a los palestinos en Cisjordania y la Franja de Gaza en una inmensa prisión, mientras se anexaba la mitad de Cisjordania a Israel y de “desarabizaba” y se “judaizaban” Galilea y el Néguev.

Estos objetivos no se han completado gracias a la determinación y la lucha de los palestinos, y por lo tanto seguirán siendo las tácticas del siglo XXI.

¿Ha visto un cambio en la naturaleza de la sociedad israelí durante su vida?, y si fuera así, ¿diría que esos cambios presentan un obstáculo para el logro de una solución justa del conflicto o que la facilitan?

Hay dos aspectos que siempre me interesaron respecto a la sociedad israelí: uno es su relación con los palestinos –y por extensión con el mundo árabe- y el otro la dinámica interna en la sociedad judía.

Respecto al primer punto, he visto muy pocos cambios en la actitud básica. A los palestinos se les veía, y se les sigue viendo, como usurpadores extranjeros de la antigua patria y como un obstáculo para una vida activa y pacífica. El deseo era no formar parte del mundo árabe, esto incluía por desgracia a los judíos árabes, y produjo una mentalidad de fortaleza occidental sitiada en medio de una región “hostil”. El resultado de esa mentalidad fue una sociedad intolerante, tensa y paranoica que cree que solo puede basarse en el poder militar para sobrevivir.

En cuanto al otro aspecto, crecí en una sociedad relativamente modesta que por lo menos se preocupaba del otro en la sociedad judía, más igualitaria y secular. Se ha vuelto más polarizada en los enclaves americanizados y hedonistas como Tel-Aviv y en espacios de ardiente teocracia como Jerusalén y las colonias.

¿Puede darme una idea de cómo ve alguna solución política entre las dirigencias de israelíes y palestinos? ¿Considera que la Primavera Árabe altera la situación del conflicto palestino-israelí?

Si no hay cambios en el equilibrio de fuerzas locales, regionales o internacionales, la relación no cambiará en el futuro. Es decir, los israelíes asesinarán a los dirigentes que se resistan a su dictado y esperarán que los demás por lo menos mantengan silencio al respecto, incluso aunque no expresen su apoyo en público. Por lo tanto se pueden condenar las colonias israelíes en E-1 en el Gran Jerusalén, pero no se puede apoyar un intento palestino de defenderlo.

Sí, no obstante, la opinión pública del mundo sigue viendo a Israel como la nueva Sudáfrica del apartheid, como lo hace, esto puede llevar a largo plazo a un cambio en la actitud de las elites políticas, como la Primavera Árabe puede conducir a que haya un día una cantidad de nuevos gobiernos mucho más comprometidos con la causa palestina que en la actualidad. Entonces la relación podría ser entre los dirigentes israelíes en representación de una sociedad de comunidad de colonos que busca la reconciliación con la dirigencia de la población nativa. Podría ser un nuevo paradigma mucho más esperanzador.

Autor: Nigel O’Connor para Al Jazeera / Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Twitter: @nigel_oconnor

Fuente: http://www.oicpalestina.org/?p=10798

«La existencia de Israel se basa en una continua limpieza étnica de la población palestina»

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Victoria Buch

Victoria Buch

Por Victoria Buch.*

Historia y «moral» de la limpieza étnica

Llegué a Israel hace 40 años. Me llevó muchos años comprender que la existencia de mi país en su forma actual se basa en una continua limpieza étnica de la población palestina. El proyecto se inició hace muchos años. Sus semillas se remontan a la falacia fundacional del movimiento sionista, que se propuso establecer un Estado nacional judío en un lugar habitado por otra nación. En estas condiciones a uno le asiste, a lo sumo, el derecho moral de luchar por un Estado binacional. El establecimiento de un Estado nacional implica más o menos por definición la depuración étnica de los anteriores habitantes.

Albert Einstein se percató de esta falacia hace mucho tiempo.

Poco después de la Primera Guerra Mundial, «Einstein se quejó de que los sionistas no estaban haciendo lo suficiente para llegar a un acuerdo con los árabes palestinos … Él era partidario de una solución binacional en Palestina y previno a Chaim Weizmann contra el nacionalismo de “estilo prusiano»». [1]

Pero el movimiento sionista hizo oídos sordos a esas advertencias. Así que aquí estamos, casi un siglo después, con un Estado nacional judío dominado por nacionalistas militaristas y por militantes entregados con celo a la tarea de colonizar y “judeizar” el territorio bajo control israelí a ambos lados de la Línea Verde (la frontera de 1967). El proyecto ha sido llevado adelante ininterrumpidamente y sin descanso por parte de todos los diversos gobiernos israelíes, recientemente al amparo de unas «negociaciones» de pacotilla con el Presidente Abbas.

La mayoría de las instituciones israelíes participan en dicho proyecto. Generación tras generación, los jóvenes israelíes ingresan en el ejército para ofrecerle la cobertura militar necesaria. La muchachada israelí ha sido sometida a un lavado de cerebro para que pueda creer honestamente que el ejército lucha “por la existencia de Israel”. Sin embargo, en opinión de la autora de este artículo y de muchas otras personas parece evidente que la supervivencia de la comunidad judía en este país depende de establecer mecanismos viables de convivencia con los palestinos. De modo que bajo el lema de «lucha por la existencia» el Estado de Israel está llevando a cabo un proyecto de naturaleza esencialmente suicida.

Esta perspectiva de larga data que permea la visión de las clases gobernantes israelíes quedó resumida sucintamente en un libro recientemente publicado por un académico estadounidense llamado Saree Makdisi: Palestina Inside Out. El libro «sugiere que la ocupación no es más que otro rasgo más de la vigente política israelí de expulsar lentamente de sus tierras a la población nativa palestina. Esta política es anterior a la fundación del Estado y todas las prácticas que desarrollan los ocupantes (asentamientos ilegales, confiscación de tierras, demolición de viviendas, etc.) sirven a ese objetivo final”. [2]

Si usted descree de la afirmación anterior deténgase a considerar una serie de declaraciones realizadas por el propio David Ben Gurion en una época anterior incluso a la creación del Estado de Israel (Ben Gurion fue líder del movimiento sionista antes de 1948 y el primer Primer Ministro de Israel a partir de 1948):

«La transferencia forzosa de los árabes [palestinos] de los valles del Estado judío propuesto [por el plan de partición de la ONU] podría darnos algo que nunca tuvimos, ni siquiera cuando vivíamos en nuestra propia tierra en la época del primer y segundo Templos… Nos están dando una oportunidad con la que jamás nos atrevimos a soñar ni en nuestras más descabelladas fantasías. Esto es más que un Estado, gobierno y soberanía: esto es la consolidación nacional en una patria libre». [3]

«Gracias a la transferencia forzosa [de la población nativa palestina, dispondríamos de] un vasto territorio [para establecer asentamientos]… Yo apoyo la transferencia forzosa. No veo nada inmoral en ella». [3]

Durante la guerra de 1948 cerca de dos tercios de los palestinos que acabarían convirtiéndose en refugiados fueron expulsados de sus hogares por el incipiente ejército israelí y un tercio se convirtieron en refugiados para escapar de los peligros de la guerra. A toda esta gente (entre 750.000 y 1.000.000 de personas) se les impidió regresar a Israel tras el acuerdo de armisticio. Sus casas y bienes fueron arrasados o apropiados por el Estado israelí.

Entre los habituales mantras que recitan los israelíes para justificar lo anterior figura éste: «Israel aceptó el plan de partición de la ONU y los árabes no, por lo que todo lo que ocurrió después es culpa los árabes». Lo que taimadamente se omite al decir eso es que los árabes palestinos constituían entre un tercio y la mitad de la población del territorio asignado al hogar nacional judío (según diversos informes de las Naciones Unidas). ¿Por qué deberían estas personas, cuyos antepasados vivieron allí durante generaciones, aceptar vivir en una patria ajena? Imagínese, por ejemplo, la reacción de los franceses belgas si la ONU designara a su país como «hogar nacional flamenco».

Pero el principal mantra con el que se aporrea la conciencia de cada ciudadano israelí desde el jardín de infancia es el argumento de que en 1948 se trataba de «o ellos o nosotros», «los árabes nos habrían arrojado en el mar si no hubiéramos establecido un Estado de mayoría judía y no hubiéramos creado un ejército poderoso», etc. Tengo mis dudas sobre ese sonsonete, pero supongamos que por un momento que las cosas hubieran sido efectivamente así. Entonces llegó el año 1967 y la Guerra de los Seis Días.

Otro capítulo en la «lucha por la existencia» de Israel en contra de árabes recalcitrantes que seguían intentando arrojarnos al mar. En un primer momento eso es lo que parecía. Yo, al igual que la mayoría de mis compatriotas, me creí durante muchos años que 1967 fue de hecho un momento de peligro existencial para Israel. Hasta que me tropecé con algunas elocuentes palabras pronunciadas por nuestros propios líderes [4]:

«(a) The New York Times citó el discurso que el Primer Ministro Menachem Begin (1977-83) pronunció en agosto de 1982 y en el que dijo: «En junio de 1967 tuvimos una elección. Las concentraciones del ejército egipcio en el Sinaí no constituían una prueba de que (el Presidente Gamal Abdel) Nasser (1956-70) estuviera realmente a punto de atacarnos. Debemos ser honestos con nosotros mismos. Decidimos atacarlo nosotros».

(b) En febrero de 1968 Yitzhak Rabin, dos veces Primer Ministro de Israel (1974-77 y 1992-95), confesó lo siguiente al diario francés Le Monde: «No creo que Nasser quisiera la guerra. Las dos divisiones que envió al Sinaí el 14 de mayo no habrían sido suficientes para iniciar una ofensiva contra Israel. Él lo sabía y nosotros lo sabíamos».

(c) El general Mordejai Hod, Comandante de la Fuerza Aérea israelí durante la Guerra de los Seis Días, dijo en 1978: «Aquellos ochenta minutos iniciales [de la guerra de los Seis Días] fueron el resultado de 16 años de planificación. Vivíamos con el plan, dormíamos con el plan, comíamos el plan. Lo íbamos perfeccionando constantemente».

(d) El general Haim Barlev, jefe del ejército israelí, dijo a Ma ariv en abril de 1972: «En vísperas de la Guerra de los Seis Días no nos amenazaba ningún genocidio y jamás barajamos esa posibilidad».

Así pues, en lugar de «frustrar un peligro existencial» en 1967 el Estado de Israel llevó a cabo una operación militar efectiva para apoderarse de más territorio. No hay nada nuevo en esa propaganda sobre el supuesto «peligro existencial». Antes que los israelíes muchos otros conquistadores y ocupantes a lo largo de la Historia Antigua y Moderna maquillaron la adquisición de territorio por medio de la conquista embelleciéndola con eufemismos agradables tales como «destino manifiesto», «carga del hombre blanco», «difundir la verdadera religión / la cultura / la democracia», o lo que fuere.

Al lector tal vez le interese saber que la conquista de territorios realizada en 1967 por el Estado de Israel había sido vaticinada veinte años antes por Ben-Gurion en la época del plan de partición (supuestamente aceptado por los dirigentes sionistas). Véanse las siguientes citas de Ben-Gurion, recopiladas en el libro de un historiador israelí [5]:

«Así como no veo en el Estado judío propuesto una solución definitiva a los problemas del pueblo judío, igualmente no veo la partición como la solución definitiva de la cuestión de Palestina. Los que rechazan la partición tienen razón al afirmar que este país no puede ser dividido porque constituye una unidad, no sólo desde un punto de vista histórico sino también desde el punto de vista físico y económico».

«Una vez establecido el Estado [judío] crearemos un gran ejército, aboliremos la partición y nos expandiremos a toda Palestina».

Me pregunto si en algún momento de la historia ha habido alguna asociación de personas que se haya apropiado de bienes ajenos por la fuerza bruta y que se hayan juzgado a sí mismos con tanta indulgencia. Una y otra vez los conquistadores se han considerado a sí mismos como víctimas involuntarias de las circunstancias y de los bárbaros (¡sus propias víctimas!) contra los que lamentablemente tienen que proteger sus derechos. Considérense las siguientes manifestaciones de Benny Morris, un historiador que documentó la limpieza étnica de 1948. En una entrevista a Morris del año 2004 publicada en Haaretz se puede leer lo siguiente [6]:

“Q: El título del libro que ahora está publicando usted en hebreo es «Víctimas». Así pues, finalmente su argumento es que de las dos víctimas de este conflicto, nosotros [los israelíes] somos las mayores.

Morris: Sí. Exactamente. Somos las mayores víctimas a lo largo de la historia y también las mayores víctimas potenciales. Aunque estamos oprimiendo a los palestinos somos la parte más débil aquí. Somos una pequeña minoría en medio de un océano de árabes hostiles que nos quieren eliminar”.

Esta opinión es representativa de la corriente de pensamiento mayoritaria en Israel. Con el paso de los años ha sido elevada a la categoría de axioma y probablemente ninguna oferta razonable de paz (por ejemplo la última oferta saudí) será capaz de hacer mella en ella. Los israelíes están usando este eslogan para eximirse a sí mismos de la obligación humana de comportarse decentemente con los palestinos. La mayoría de judíos de Israel se han autoconvencido de que tienen un derecho moral a expropiar y expulsar a los palestinos porque los palestinos son tan bárbaros que no respondieron a las «generosas ofertas de paz» de Israel y «sólo querían arrojarnos al mar». Porque somos una nación de supervivientes del Holocausto. Mis compatriotas se veían a sí mismos como protagonistas de una versión moderna de «El Señor de los Anillos» de Tolkien, protagonizándola, por supuesto, como hermosos elfos forzados por su adverso destino a combatir a los feos íncubos palestinos (íncubos = «terroristas»). La piedad humana no se aplica a los «terroristas». Nadie hace concesiones territoriales o acuerdos de paz con «terroristas».

Lo anterior explica la masiva participación de los, por lo demás, normales y más o menos decentes israelíes en los programas de limpieza étnica actualmente en marcha. ¿Cómo si no se puede explicar que un anciano moribundo y su esposa sean sacados por la fuerza de su apartamento en Jerusalén oriental para hacer sitio a los colonos judíos? ¿Cómo comprender que el «Museo de la Tolerancia» se construya en Jerusalén sobre el solar de un antiguo cementerio musulmán? ¿O la ofensiva israelí en Cisjordania contra los orfanatos mantenidos por organismos de beneficencia islámicos? ¿O los progromos que perpetran en Hebrón y en otras partes de los territorios ocupados gángsters-colonos judíos financiados por el Estado de Israel? ¿O el sadismo generalizado con el que los soldados israelíes tratan a los detenidos palestinos? ¿O los asaltos a los hogares palestinos durante incursiones militares nocturnas en ciudades y aldeas palestinas? ¿O las demoliciones de hogares palestinos en Cisjordania y Jerusalén oriental con el obsceno pretexto de ser «construcciones ilegales»? ¿O el sistemático latrocinio de tierras palestinas para beneficio de los colonos judíos? Y así muchas cosas más [7].

La Franja de Gaza es el lugar donde el sadismo israelí con ínfulas de superioridad moral ha alcanzado nuevas cotas. La Franja está densamente poblada, en su mayor parte por descendientes de los palestinos expulsados en 1948. Mucho antes de la Segunda Intifada los israelíes confiscaron lo más selecto del territorio de Gaza a lo largo de la playa (cerca de ¼ de la superficie de la Franja) para asentar allí a unos pocos miles de colonos judíos. Así y todo, un millón y medio de palestinos de Gaza llevaban un tipo de vida normal (bajo ocupación israelí) cultivando frutas y verduras, fabricando materiales de construcción y otros productos para el mercado israelí y trabajando como jornaleros en el interior de la Línea Verde. Antes de la segunda Intifada a Israel llegaba muy poco terror procedente de Gaza.

Sin embargo, desde el comienzo de la Intifada (año y medio antes de que los palestinos lanzaran el primer cohete contra territorio israelí) el ejército israelí inició la destrucción sistemática de la Franja. Los israelíes llevaron a cabo incursiones cada pocas semanas y destruyeron fábricas y talleres, carreteras, labranzas, casas, y todo lo que se les ocurriera. Los israelíes cerraron el acceso de los gazatíes a la economía israelí. Finalmente, los desesperados palestinos recurrieron a disparar cohetes Kassam que rara vez causaban víctimas o daños reales pero que servían como excelentes pretextos para la “acción” militar israelí».

Y entonces Sharon ejecutó su brillante movimiento de propaganda: la «desconexión” de Gaza. Toda la operación se vendió como una prueba de la buena voluntad israelí. Los asentamientos israelíes de Gaza fueron efectivamente eliminados, pero el ejército se desplegó alrededor de la Franja y la convirtió en una gigantesca prisión. El estrangulamiento económico de Gaza se intensificó hasta niveles draconianos, especialmente después de que el gobierno de Hamas abortara el putsch de Fatah que habían auspiciado al alimón Israel y USA. (No soy fan de Hamás, pero su gobierno fue elegido democráticamente por los palestinos). Hamas propuso en varias ocasiones iniciar negociaciones con Israel sobre la base de las fronteras de 1967, pero los israelíes limitaron al máximo la difusión de esas propuestas de Hamas e hicieron caso omiso de ellas. Con toda seguridad esas negociaciones habrían conseguido detener el lanzamiento de Kassams, pero los dirigentes israelíes parecían interesados en que la violencia continuara. Los Kassam crearon una gran oportunidad para degustar otra ración de la propaganda del «pobres de nosotros» y fueron una gran excusa para evitar satisfacer las legítimas exigencias internacionales reclamando el fin de la masiva colonización de Cisjordania.

Por último, se negoció una tregua con Hamas. Desde el comienzo de la tregua el ministro de Defensa israelí Barak inició los preparativos para un ataque masivo contra Gaza [8]. El 14 de noviembre la tregua con Hamas fue rota deliberadamente por orden de Barak cuando los israelíes mataron a varios combatientes de Hamas. A esas muertes siguió una respuesta palestina totalmente previsible: la cancelación de la tregua y una salva de cohetes. El bombardeo fue utilizado por Barak como pretexto para justificar una operación a gran escala que incluía la masacre de cientos de gazatíes con misiles lanzados desde aviones. Esta exhibición de fuerza forma evidentemente parte de la próxima campaña electoral de Barak y Livni, al precio de centenares de bajas palestinas y de algunas israelíes (pues en el ínterin los palestinos han mejorado su puntería). En una próxima operación terrestre los soldados israelíes también son susceptibles de pagar con sus vidas esta modalidad de campaña electoral.

¿Saben cómo interpreta todo lo anterior el israelí de a pie? Así: «Nosotros, los israelíes, en un acto de auto-sacrificio, expulsamos a pobres colonos judíos de sus «hogares» en la Franja de Gaza y les dimos a los palestinos una oportunidad de vivir una existencia libre y feliz. Pero los palestinos rechazaron nuestros esfuerzos de paz y prefirieron seguir alimentando su adicción a «arrojar judíos al mar». Gaza podía haberse convertido en una nueva Singapur, pero en lugar de eso los gazatíes prefirieron disparar cohetes contra los israelíes».

La retirada israelí de Gaza fue así un movimiento brillante por parte de ese genio del mal llamado Sharon. Proporcionó al israelí medio una absolución moral general. Los palestinos les habían «decepcionado». Ahora los dirigentes israelíes pueden hacer con los palestinos lo que les plazca. No esperen ni la más mínima protesta pública por parte del público judío israelí, a excepción de una pequeña minoría de «judíos auto-odiadores» como la persona que suscribe.

Créanme, estos judíos israelíes que se inscriben en la corriente de pensamiento mayoritario no son monstruos congénitos. Simplemente, no conocen nada mejor. Desgraciadamente yo solía ser una de ellos. Entonces un día me tropecé en Cisjordania, más o menos por casualidad, con un grupo de activistas. Hice algunos amigos palestinos y finalmente llegué a comprender el carácter criminal del trato que inflinge mi país a los palestinos. Y he aprendido a hacer caso omiso de la dosis diaria de propaganda absurda que los medio de comunicación suministran a mis compatriotas en lugar de noticias. Pero, ¿cómo convencer a mis compatriotas de que no escuchen esa propaganda? No lo sé.

Por otra parte, no tiene por qué ser así. Además de los cuatro o más millones de palestinos apátridas que viven en los territorios ocupados hay cerca de un millón de palestinos que viven dentro de la Línea Verde y que tienen ciudadanía israelí. A pesar del considerable racismo interior, muchos de esos ciudadanos palestinos están profundamente implicados en la sociedad israelí. Hay médicos y enfermeras árabes en los hospitales israelíes, estudiantes árabes en las universidades israelíes, etc. Existe un notable grado de coexistencia y cooperación entre judíos y árabes allí. Pero un colega judío de la corriente mayoritaria que podría tratar a su compañero de trabajo árabe de forma perfectamente decente seguiría estando orgulloso de un hijo soldado que se encontrara “sirviendo al país” en los Territorios Ocupados. Él o ella seguiría repitiendo la propaganda racista sobre el «peligro demográfico» representado para el Estado de Israel por sus ciudadanos árabes, se creería los sanguinarios discursos televisivos de los generales y ex-generales, y votaría por cualquiera de los tres principales partidos sionistas, el Likud, Kadima y el Laborista, cuyos dirigentes llevan años entregados a tareas de limpieza étnica.

Por el bien de las dos naciones que viven en este país esta ignominia debe cesar. Debe ser detenida por la presión externa, porque dentro de Israel en la actualidad no existen fuerzas políticas significativas capaces de plantarle cara. Por favor, amigos míos, hagan algo, y háganlo urgentemente. Y, por favor, hagan caso omiso de las eternas “negociaciones” entre nuestro gobierno y la impotente Autoridad Palestina: no son más que una tapadera para avanzar aún más en la pieza étnica. Si no me creen, vengan a ver la masiva construcción de asentamientos en Jerusalén oriental y Cisjordania y los muros de los guetos palestinos.

Victoria Buch es académica israelí y activista del movimiento contra la Ocupación.

[1] La Piedad de Todo, libro de Amos Elon sobre los judíos alemanes.

[2] De una reseña sobre el libro de Makdisi: Inside Out Palestina, Lena Tuffaha Khalaf, IMEU 2008.

[3] Las víctimas justas, de Benny Morris

[4] Recopilados por Stephen Lendman. Véase: http://www.zmag.org/znet/viewArticl…)

[5] El nacimiento de Israel: Mitos y realidades, de Simha Flapan

[6] El texto completo de la entrevista se encuentra en el sitio web de Counterpunch

[7] *Se puede encontrar información, por ejemplo en la revista Ocupación, sitio web del movimiento activista israelí contra la Ocupación.

[8] Desinformación, secretismo y mentiras: cómo se urdió la ofensiva contra Gaza, de Barak Ravid, Haaretz

http://www.haaretz.com/hasen/spages…

Fuente: http://www.counterpunch.org/buch010…

Artículo del año 2009.

* Victoria Buch (Polonia, 1954-Israel 2009). Su familia permaneció en Polonia, aun después del Holocausto. Su abuela y tía fueron asesinadas en el campo de la muerte conocido como Treblinka. En 1968, emigró a Israel después de una ola de antisemitismo tras la Guerra de los Seis Días que les costó a sus padres sus puestos universitarios.

Estudió química y obtuvo su doctorado a los 30 años con 16 artículos publicados.

Ella y su hermana se involucraron activamente contra la Ocupación Israelí. Victoria fundó la revista The Occupation y participó con Jeff Halper y Meir Margalit contra la demolición de casas palestinas.

Obs: Gracias a Luis Feld por enviarnos la nota.

Video: Resumen de la sesión del Tribunal Ético a Israel

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Se realizó en Argentina el Tribunal Ético a la Ocupación y Colonización por Israel en Palestina el 21 de mayo de 2013. Testigos_as, peritas_os, dieron sus testimonios acusadores. El jurado dictaminó culpabilidad, la fiscalía pidió la condena y por último se leyó el veredicto que condenó a Israel y pidió el boicot a Israel, entre otras cosas.

Sentencia completa aquí.

Excelente resumen del Tribunal Ético hecho por «Resumen Latinoamericano».

Mis queridos primos sionistas

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honda

 Por Julio Rudman.

«Los palestinos son los judíos de los judíos» (Eduardo Galeano)

Teníamos pocos años. 6,7, 8 (¡anticipo de un programa de TV imperdible!). En las esquinas de nuestro barrio, al amparo de árboles milagrosos en este desierto verde que es Mendoza, salíamos a buscar pichones, munidos de gomeras (hondas se le dice por aquí). Si los pichones eran de palomas, mejor. Bicho de mierda, error de Picasso, Machado, Guillén y asociados, como para demostrar que los genios también pifian.

Buscábamos piedras apropiadas y, generalmente, nuestras excursiones asesinas terminaban en rotundo fracaso, con los pies desnudos en las acequias, cambiando figuritas o puteando a la maestra por alguna reprimenda considerada injusta.
Recordé estas escenas a raíz del video que mostró el gobierno israelí, para justificar el asesinato cometido en el barco turco, con ayuda humanitaria para Gaza.
Mis primos, casi todos, son sionistas. Los quiero, los amo, tal vez. Los entristeció mi adhesión militante con el pueblo palestino. Igual los amo, tal vez. Cada vez que nos vemos somos familia, somos solidarios, supongo que son buenos padres, trabajan honestamente, me quieren. Seguro que me quieren.
Viven convencidos de que sionismo y judaísmo son sinónimos. No comprenden cómo yo, judío también, admiro la capacidad de síntesis de Galeano, o de Saramago, por ejemplo, respecto de este asunto. Sería, entonces, una suerte de semita antisemita que no entiendo la historia trágica del, mal llamado, pueblo elegido.
He dicho, y lo sostengo, que mi diatriba no es contra Israel. Es contra su gobierno nazi, discriminador, terrorista, que tiene legalizada la tortura y aplica el concepto de «espacio vital» como lo hizo el Tercer Reich.
He dicho, y lo sostengo, que nadie fomenta más y mejor el antisemitismo que Netanyahu y sus secuaces.
He dicho, y lo sostengo, que me siento más hermano de la Tupac y Milagro Sala que de los milicos israelíes que masacran seres indefensos, armados con gomeras y bolitas, como nosotros en la infancia.
Los policías de nuestra niñez no eran sionistas, por suerte. Unos años después se hicieron muy buenos alumnos de instructores franceses e israelíes, y así nos fue. Nos dejaron a la intemperie, nos robaron nuestros chicos, se chuparon a 30.000 de los mejores. Y no fue con gomeras y bolitas.
Varios primos queridos me pidieron que no les envíe más mensajes antijudíos. Mis mensajes son antinazis. Ojalá lo entiendan. Igual los quiero.
03-06-2010

Shlomo Sand: A invenção da terra de Israel

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Neste encontro com Shlomo Sand podemos entender com clareza o absurdo que é a tentativa de justificar o fato de que um grupo de cidadãos europeus haja decidido partir para um território que alegam ter-lhe sido entregue à perpetuidade por ninguém menos que o próprio Deus, e do qual teria sido expulso pelos romanos há mais de dois mil anos. Com a justificativa de que aquela é sua terra de pleno direito, apesar de terem estado distantes da mesma por todo este tempo, eles decidem submeter e expulsar dali os habitantes cujas gerações lá viviam há mais de um milênio.

Seria impossível que alguma pessoa de mente equilibrada e de bom caráter não considerasse tais propósitos uma verdadeira aberração. Ninguém em sã consciência poderia aceitar que Deus seja entendido como um grande corretor de imóveis que tem alguns clientes preferências em detrimento de outros.

Apesar do absurdo desta ideia, ela foi posta em prática e, pior de tudo, com a conivência e o benepácito da ONU, a qual naqueles tempos (como agora) era manipulada pelas grandes potências imperialistas que sempre a usam para favorecer seus próprios interesses mesquinhos e em seu próprio benefício.

Para dar sustentação a seu projeto de colonização da Palestina, os europeus organizadores do movimento sionista (quase todos ateus, ou não religiosos) apelaram para uma releitura da Bíblia e a transformaram de livro religioso em fonte de verdades históricas de validade eterna.

Além disso, imaginem que, para dar maior sustenção a suas teses de cunho religioso, os líderes sionistas (seculares e ateus) decidam até mesmo falsificar alguns dos conceitos presentes na Bíblia de modo a adaptá-los a seus interesses do momento.

Boa parte desta sórdida tramoia é revelada nesta conversa de Shlomo Sand. Aqui, além de desconstruir os mitos bíblicos que os sionistas encamparam e difundiram entre as comunidades judaicas pelo mundo afora, poderemos entender com mais clareza os motivos que os moviam (e movem) neste projeto colonialista.

Juntamente com os mitos da eternidade e excepcionalidade do povo judeu, de sua eterna luta por reconquistar o território de onde teriam sido expulsos há mais de dois mil anos, os sionistas precisavam (e hoje precisam muito mais) que o antissemitismo nunca deixasse de estar presente como uma constante ameaça a todos os judeus. Se, na prática, o antissemitismo como pensamento político público quase que desapareceu nos países ocidentais, para os sionistas seria mister encontrar maneiras de reativá-lo, de verdade ou ficticiamente.

As palavras com que Shlomo Sand conclui sua intervenção neste encontro são dignas de profundas reflexões. Diz Shlomo Sand: «Se, no passado, os antissemitas eram as pessoas que odiavam os judeus, hoje em dia, antissemitas são aqueles a quem os sionistas odeiam».

Texto de apresentação e legendas: Jair de Souza.

Shlomo Sand – La invención de la tierra de Israel

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En esta conferencia, el historiador israelí Shlomo Sand expone la esencia de su nuevo libro, La invención de la tierra de Israel, y debate con el público presente las ideas por él desarrolladas en esta obra y en su libro anterior (La invención del pueblo judío).

Con su usual contundencia, Shlomo Sand deconstruye por completo la mitología erigida por los sionistas a través de la manipulación de citaciones bíblicas. El propósito de tal manipulación es intentar justificar con argumentos religiosos la ocupación de Palestina y la expulsión de gran parte de los habitantes autóctonos para, en su lugar, asentar los contingentes de personas de ascendencia judía (mayormente oriundos de Europa Oriental) que el sionismo logró llevar para allí.

En el debate con la audiencia, Shlomo Sand revela que, aunque considera que la propuesta de un solo Estado para la región sea moralmente superior, por razones de viabilidad práctica, él se muestra favorable a la creación de dos estados: uno israelí y otro palestino. Sin embargo, diferentemente de lo que anda defendiendo últimamente Norman Finkelstein, Sand se muestra terminantemente contrario a que Israel sea un Estado judío, o que Palestina venga a ser también un Estado racial o religioso. Él defiende la existencia de Israel como un Estado de todos sus ciudadanos, con derechos y deberes iguales para todos, cualquiera sea su religión o ascendencia étnica. Lo mismo para Palestina.

La alternativa de dos estados (en la concepción que Shlomo los vislumbra) debe ser asumida porque es, según él, la única que puede conseguir el consenso necesario para su concreción. Según él, la actual sociedad israelí es la más racista de todo el mundo occidental y, por lo tanto, jamás aceptaría pasar a la condición de minoría en un Estado que fue originalmente creado exactamente con el objetivo de garantizarle su hegemonía.

Texto de presentación y subtítulos: Jair de Souza.